Zatrapas

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Pulula descaro, desvergüenza e inmoralidad en el área de delitos sexuales de la Procuraduría Estatal, al evidenciar que el impúdico jolgorio donde se involucró a funcionarias de ésa dependencia en un festín sexual, sólo ha sido el principio de una serie de documentadas bacanales solapadas por “los más altos niveles”, en instalaciones oficiales, días y horas hábiles.
Qué poca madre que el área encargada de investigar los delitos sexuales, que en teoría debería ser la más pulcra, cuidada y con la más alta calidad moral, haya resultado ser la más sucia, turbia, cochina e inmoral.
Con qué calidad y confianza se acudirá ante esa instancia, cuando ahí mismo se promueven los más bajos instintos carnales y se viola todo orden profesional, ético y moral al convertir las oficinas en burdeles y moteles.
No se trata de escandalizarse por los actos cometidos, sino por la desvergüenza, cinismo y desfachatez de haberlos perpetrado impúdicamente en instalaciones gubernamentales; irónicamente en la Coordinación de Investigación de Delitos Sexuales.
Las más recientes evidencias revelan que en la oficina de atención a Delitos en agravio de Menores, Sexuales y Violencia Intrafamiliar, se sostuvieron relaciones sexuales entre los trabajadores, tanto en oficinas como en vehículos, además de que aprovechaban los rondines en los bares para quedarse con botellas de alcohol y tener sexo con las menores que se encontraban.
Peor aún que ante las irrefutables evidencias, el Procurador de Justicia de Jalisco, Tomás Coronado Olmos, zatrapa y lacra como los demás por ser también señalado de participar en lujuriosas fiestas sexuales con menores de edad, mienta, solape y sea cómplice al consentir que los involucrados en estos depravados actos continúen impunemente cobrando un sueldo que los ciudadanos pagan, mientras siguen la juerga entre sexo, alcohol y oficinas públicas.
La Procuraduría General de Justicia, nunca sancionó a los implicados en la “fiesta” que le organizaron a la funcionaria que no recibió pastel, sino “pasteleada” y a quien sin tapujos le decían “no se limite licenciada... de vampirito, de vampirito”, toda vez que no hay constancia de su cese, pero sí certeza de que fue reubicada a un área diversa para “protegerla”.
Lo que sí hizo la Procuraduría, fue despedir a “Marisela” –quien proporcionó las evidencias y la información difundida–, lo curioso es que “Marisela” no existe, es una persona ficticia, el nombre que se le puso a quien entregó la información.
Pobre Jalisco que sin timón vaga a la deriva cargando el lastre de corruptos y zatrapas gobernantes y funcionarios que en la impunidad siguen desprestigiando las instituciones y atropellando la confianza de la sociedad que ni tardía ni perezosa los abomina y seguramente pronto les cobrará las facturas pendientes.

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