Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2007-09-29 • Acentos
Cumpliendo ya 200 días en el gobierno del estado y en riesgo de recibir una andanada de soeces ofensas, valdría la pena que alguien le preguntara de nuevo, como cuando cumplió cien días, la razón por la cual aún González Márquez no informa algún resultado o logro de su Administración.
Lo más seguro es que con palabras altisonantes defienda la fecha en que la legislación lo obliga a hacerlo oficialmente, aunque la verdad sea que no tiene nada positivo qué informar. No obstante, habrá que decirle que explicar, si es que le resulta posible, las razones de sus constantes desatinos, también forma parte de las responsabilidades del cargo.
El gobernador debe decirle a la sociedad jalisciense por qué dispuso de recursos asignados para la atención de desastres y contingencias, hasta por 67 millones de pesos, para regalarlos a la empresa televisiva más poderosa, económicamente, de América Latina, precisamente unos días antes de que comenzara el temporal que ha traído tantos daños humanos y materiales a Jalisco.
De acciones preventivas ante la llegada de las lluvias ni se acordaron las dependencias encargadas, y ya con inundaciones, deslaves y siniestros por todo el estado, añoraban el dinero que el gobernador entregó a cambio de difundir su imagen apenas unos minutos en televisión, en cobertura nacional.
También debe explicar dónde han quedado adscritos todos los parientes que metió a la nómina estatal, no para trabajar, sino para cobrar, porque se dijo que las plazas que ocupaban requerían de experiencia y especialización que, por supuesto, los González y los Márquez no tenían. Que diga por qué buscó los puestos mejor pagados para ellos, cuando sabía anticipadamente que no devengarían el sueldo que perciben.
Valdría la pena también conocer la razón por la cual, cambiando radicalmente su estilo de vida y contraponiendo sus ofrecimientos de campaña, ahora que es gobernador contrata entrevistas con revistas “de sociedad”, en las que aparece con costosos trajes y ropa de diseñador internacional, que claro, fueron pagados del erario, y por qué en lugar de realizar giras para conocer de cerca la problemática del interior del estado, prefiere reinaugurar una pequeña tienda de muebles que, cambiar de línea de productos, le valió un espacio en la agenda oficial, o quizá fue porque al gobernador le unen lazos cercanísimos con los dueños.
Muchos quisiéramos saber por qué razón se obstinó el gobierno del estado en mantener en la Dirección de la Policía Rural de la entidad a quien, habiendo sido declarado culpable por homicidio, la ley le impedía ocupar el alto cargo, así como los casos similares que se dieron en Tlaquepaque y Tonalá, sin que la dependencia correspondiente aclarara por qué expidió y certificó sendas cartas de “no antecedentes penales”. O por qué en el asunto, más grave aún, del que se acusa al propio procurador de Justicia no se afirma con contundencia que es inocente.
El conflicto de límites con Colima ha sido un símbolo de la inoperancia estatal en materia de diálogo y concertación, así como de la incapacidad jurídica oficial, que por su parte sólo ha servido para pagar el asesor personal del secretario de desgobierno, por mantenerle aceitada su minita de oro, que es en lo que ha convertido la investigación del asesinato del cardenal Posadas Ocampo.
Que alguien nos explique por qué se exalta y ofende públicamente a los alcaldes que se atreven a exigirle recursos para sus municipios discriminados, sólo por ser de extracción política distinta a la suya, restregándoles un corriente y desaseado “no mames”, como única respuesta.
Que informe por qué no puede sustentar adecuadamente la negativa estatal de apoyar la campaña nacional de lucha contra el sida mediante la distribución de condones, sólo porque él cree que con ello se está promoviendo la promiscuidad y la prostitución, especialmente entre los homosexuales, según sus propias palabras.
Definitivamente la lista de pendientes pudiera hacerse muy larga si se analiza a detalle cada una de las dependencias y su escasísima productividad. La consigna parece ser dirigirle los micrófonos y reflectores a su jefe, para que mejore su imagen, aunque la mayor de las veces no le asesoren adecuadamente y se exhiba desinformado e incongruente.
Con sus actitudes, González Márquez se asemeja mucho a su correligionario Felipe Calderón, quien así como dice una cosa dice la otra. Quién no recuerda la historia de la masa y la tortilla, donde los empresarios le obligaron a subir su precio y luego de ello, aparentándose magnánimo, ofreció a los mexicanos mantener el costo, ya elevado, claro. Mismo caso sucede ahora con la tan llevada y traída reforma fiscal, de la que insistía en la urgencia de su puesta en marcha y cuando finalmente, con la complicidad de dos fracciones en la cámara, logró incrementar el precio de la gasolina, ahora se pone el traje de héroe y nos concede la gracia de posponer la entrada en vigor de los nuevos precios hasta el próximo año.
No cabe duda, como dicen en el pueblo: tan malo el pinto como el colorado.
salvador@salvadorcosio.org
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