Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2007-09-22 • Acentos
Cuando el escenario nacional enfoca su atención a las reformas electoral y fiscal y en su inminente impacto negativo en la sociedad, surge una voz discordante acostumbrada a interrumpir irresponsablemente y a enturbiar más aun la armonía de los mexicanos.
Apenas hace unos días fuimos enterados, a través de los medios de comunicación, porque ninguna fracción se acredita la autoría ni difunde abiertamente el sentido de su voto, de la aprobación de las últimas etapas de las propuestas de reforma electoral y fiscal que en su momento planteara al Congreso el Ejecutivo federal y de las que especialistas, líderes de opinión y la ciudadanía en general no tienen una buena expectativa al considerarla de corte netamente recaudatoria y, sobre todo, producto de negociaciones indecibles entre partidos políticos, más que basada en la conveniencia para el país.
Muy pocas en realidad son las voces, distintas a las oficiales, que se han atrevido a afirmar que le traerá beneficios ciertos e inmediatos a los estratos sociales más desprotegidos, sin que implique una aportación mayor de los contribuyentes cautivos. La mayoría se ha manifestado en contra de la estrategia planteada por las reformas porque no contempla la ampliación del padrón de contribuyentes o a evitar la evasión que se dice operan las grandes empresas.
Mientras los largos debates y las férreas posturas en proceso de negociación incorporan todo tipo de temas nacionales, surge atropelladamente la figura del ex presidente Vicente Fox, como siempre cuando se trata de flashes y luces, acompañado de su inseparable esposa, dando entrevistas a revistas elitistas y haciendo gala de una ofensiva riqueza que a algunos sorprendió y a otros francamente sólo nos confirmó lo que habíamos ya señalado oportunamente.
La opulencia manifestada en las imágenes de sus propiedades contrasta fuertemente con la postura y actitud asumida cuando hacía campaña, previo a asumir la Presidencia , donde se dice se ampliaron estratosféricamente las fortunas y capacidades económicas de las familias Fox y Sahagún.
Quienes les conocen de varios años antes de la Presidencia del país, aseguran que existe una diferencia abismal entre el patrimonio que tenían y el que ahora presumen desde cualquier grado de parentesco que se le vea.
Por otra parte, la aludida entrevista fue la puerta de entrada para su proyecto político de figurar en una asociación política internacional, pasando una vez más por la regla no escrita de retirarse de la participación política para evitar desgastar al Ejecutivo y dejarlo hacer su mejor esfuerzo.
Habrá de recordarse que el Congreso federal creó una comisión para revisar el posible enriquecimiento ilícito de la familia presidencial, como se hacían llamar, misma que tendrá que presentar sus conclusiones como lo hizo ya la Auditoria Superior de la Federación respecto de a las cuentas públicas del periodo de Fox en las que se consignan millonarias observaciones, por supuesto, aún no aclaradas.
La placeada de Fox ha servido para que de su propia boca todos nos demos cuenta de los delitos electorales que cometió siendo servidor público, al afirmar que evitó a toda costa el triunfo de López Obrador, desde atacarlo con recursos legaloides hasta criticarle sus programas sociales de apoyo a grupos vulnerables en el Distrito Federal, que luego también criticó Calderón para ahora tragarse sus palabras y tomarlo como modelo para su aplicación en el país.
Esa parece haber sido una idea preconcebida y ahora una mecánica a seguir, sobre todo ahora que el propio gobierno del Distrito Federal ha implementado el programa de seguro de desempleo que no tardarán en copiar para aligerar un poco la presión de haber ofrecido como prioridad y eje del gobierno el tema del empleo, que no para en su caída estrepitosa.
El mal ejemplo del ex presidente de ostentosidad y lujo a costa de los recursos públicos ha repercutido en Jalisco, donde el gobernador Emilio González ha hecho lo propio en una revista regional que le retrata con costosísimos trajes finos y reseña sus propiedades en la playa en condiciones muy distintas a las difundidas en campaña.
Mientras tanto, los jaliscienses hacemos un esfuerzo sobrehumano para tratar de recordar algún logro o resultado que tuviera la actual Administración de González Márquez y no lo logramos, lo que sí nos viene a la mente es su larga lista de errores y omisiones que parecen no tener fin.
No cabe duda que la palabra honestidad, nunca como ahora, ha estado tan distante de su verdadero significado. El uso que han hecho del vocablo para ganarse fraudulentamente el voto ciudadano ha repercutido en la generosidad y altruismo de la actividad política que vive, por ello, seguramente, una de sus peores etapas.
El cinismo y la desvergüenza han ocupado en la práctica el lugar de la honestidad prometida y no cumplida, es deber de los ciudadanos tomar en consideración este tipo de actitudes antes de emitir su voto en las contiendas electorales.
salvador@salvadorcosio.org
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