Tabasco, Chiapas, Jalisco

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2007-11-10 • Acentos
El sureño estado mexicano de Tabasco esta sufriendo una de las peores catástrofes en su historia y la del país entero. Cientos de miles de personas han quedado damnificadas por las inundaciones que afectaron a más de 80 por ciento del territorio tabasqueño y a una gran porción de su vecina entidad chiapaneca.
Increíblemente, las precipitaciones pluviales alcanzaron niveles extraordinarios que superaron varios metros de altura especialmente en algunos puntos de la ciudad del centro, donde se ubica la capital Villahermosa.
Pocas, muy pocas fueron las colonias que se salvaron de la humedad extrema que acabo con muebles, ropa y fincas enteras en la ciudad y con miles y miles de hectáreas de cultivo y ganado en la zona rural.
Por su ubicación geográfica en la confluencia de los caudalosos ríos Carrizales y Grijalva, Tabasco ha vivido permanentemente el riesgo de inundaciones, de hecho no es la primera ocasión que la sufren pero si la más severa que se recuerde.
Sus condiciones naturales y características orográficas propiciaron la enorme fertilidad de sus tierras que aunado a su buen clima, dieron origen al mote de El Edén por su abundante producción agrícola.
Atendida la emergencia más inmediata y en el proceso de levantamiento de censos e inventarios para determinar los daños hasta donde es factible porque aún no bajan en su totalidad los niveles, se han comenzado a generar versiones acerca de las responsabilidades y causas que provocaron la devastación. Con independencia de las acusaciones con fines políticos que por supuesto no se han hecho esperar, algunos han manifestado su opinión respecto del conocimiento que se tiene desde hace mucho de los riesgos y las posibles medidas para atemperar las eventualidades como las que se dieron ya y que en su momento no fueron ejecutadas por negligencia, corrupción o intereses electorales.
Se ha dado a conocer algunas recomendaciones que en su momento hicieron organismos internacionales para la realización de obras hidráulicas y de infraestructura que no implicaban un desembolso gravoso para los presupuestos de la federación y de la propia entidad y que ambos ignoraron quizá por la poca rentabilidad electoral que generan las obras que no quedan a la vista, aquellas que por ser subterráneas no dan margen a la fotografía proselitista.
Otros atribuyen las fatalidades a la falta de un programa integral de reordenamiento urbano que incluyera vialidades adecuadas, amplios sistemas de drenaje, rutas de circulación de vehículos pesados, semaforización, ordenamiento de rutas de transporte y de avenidas con alto tráfico vehicular y un sin número de alternativas que además respeten la biodiversidad y el medio ambiente en general.
Lo cierto es que las medidas que se dejaron de tomar no son exclusivas del estado de Tabasco, casi en toda la República se carece de un plan maestro que propicie las mejores condiciones para la vida productiva de las ciudades. Jalisco desafortunadamente pertenece al grupo donde a pesar de las advertencias de la naturaleza se han hecho oídos sordos y se ha dejado a las siguientes administraciones la solución de esta problemática.
Apenas el recién concluido temporal de lluvias dejó un saldo rojo en Guadalajara y otras poblaciones con la muerte de varias personas a causa de la negligencia de autoridades municipales y estatales que en lugar de resolver de fondo el problema, prefieren crear comités para atender los posibles efectos de las lluvias.
Quién no recuerda desde su infancia las eternas inundaciones anuales de Plaza del Sol y de muchas otras confluencias perfectamente identificadas en las que ni siquiera se tiene la precaución de desasolvar las bocas de tormenta, menos aún se avocan a la elaboración de un estudio para la sustitución de colectores y drenajes profundos.
No habrá que olvidar que guardando las debidas proporciones los jaliscienses también tenemos graves riesgos de desastres similares a los de Tabasco y Chiapas porque tampoco se tiene una estrategia de amplia visión y se actúa sólo con ocurrencias como el inútil y tan criticado “viaducto” López Mateos o las obras eternas y malhechas de los últimos años que todavía tienen filtraciones a pesar que duplicaron su duración y triplicaron su costo.
Lo sucedido en el sur del país debe servirnos a los jaliscienses para exigir la actuación urgente del gobierno del estado para atacar los problemas de infraestructura de manera inmediata y con soluciones de fondo en lugar de estar proponiendo sangrar al pueblo con cargas impositivas exorbitantes cuyos recursos terminen siendo aplicados a la creación de nuevas plazas burocráticas en pago a compromisos partidistas o a inmorales incrementos salariales.
Tampoco es válido destinar recursos de partidas previstas para desastres a eventos televisivos superfluos y contradictoriamente impopulares, Jalisco requiere de autoridades que recluten a especialistas en sus respectivas dependencias y que den muestra de sensibilidad social e interés por el servicio público, con un compromiso genuino con la ciudadanía.
salvador@salvadorcosio.org

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