Sangre de mártir

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2008-10-25 • Acentos
Muchos jaliscienses pudiéramos estar de acuerdo con el “ya cállate pendejo”, que un policía investigador le gritó a Emilio González durante el homenaje que se les rindió a los uniformados muertos cuando se disponían a ejecutar una orden de aprehensión contra un presunto homicida en Zapopan.
Y no es para menos,luego de escuchar el burdo lenguaje cristero con el que Emilio se ha referido en torno a los últimos acontecimientos criminales “que esta guerra no sea sólo de las corporaciones policiacas, que la sangre de nuestros hermanos caídos sirva para que se reconozca que el problema tiene que ser enfrentado por todos”.
No pueden el gobernador del estado, ni su secretario de Gobierno hablar de “focos amarillos” en zonas específicas de Jalisco, cuando es por demás claro que la delincuencia, sea de donde sea, de aquí o de tránsito por el estado ha vapuleado nuestra otrora y añorada tranquilidad provincial.
Se equivoca Emilio en el discurso y en el actuar, un día sale a los medios a decir que el gobierno ha tomado las previsiones necesarias para abatir los índices de inseguridad, otro día acepta que el crimen va a la alza, pero matiza diciendo que se trata de grupos que no tienen intereses o arraigo en Jalisco y que sólo van de paso, luego declara que hay algunos “focos amarillos”, después se envalentona y declara la guerra al crimen organizado, luego justifica y entre metáforas advierte que “Jalisco está enfermo, pero ya le está saliendo la pus”, luego retrocede y regresa al discurso fácil de declarar que la delincuencia proviene de otras entidades y luego remata “espectadores son cómplices”; ¿se habrá mordido la lengua?
Y así de inconsistentes como sus declaraciones han sido las acciones, ¿cuáles?, no sabemos, porque a diario en Jalisco se presentan ejecutados y desaparecidos. La delincuencia ha dejado una estela de miedo y zozobra entre la sociedad, las calles son sinónimo de inseguridad, vialidades como el Periférico y sus laterales se han transformado en escenarios de persecuciones entre autoridades y delincuentes en perjuicio de inocentes ciudadanos que a diario tienen que transitar por esas vías. Los cruceros se han convertido en inmejorables lugares para dejar “cabezas” literalmente, con mensajes ya sea para la autoridad o para otros grupos de delincuentes.
Lejos de actuar a la altura de las expectativas de los jaliscienses, Emilio González recurre al discurso cristero, deformado y perdido en la realidad para disimular sus ineficaces políticas, su inoperante capacidad de respuesta ante hechos delictivos y lo que ya todos le conocemos, su innata capacidad para decir barbaridades.
salvador@salvadorcosio.org

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