Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2008-08-09 • Acentos
Es evidente que la verdad no peca pero incomoda. La puesta a la luz pública de las insostenibles irregularidades practicadas en hospitales públicos de Guadalajara ha levantado polémica en torno al deficiente y desaseado trabajo que en materia de salud desarrolla el estado de Jalisco.
Franca molestia ha causado entre los responsables de la salud pública del gobierno del estado, el hecho de haber destapado la fétida cloaca de la cual hasta el momento se han conocido, incluso documentado en medios de comunicación, por lo menos tres o cuatro casos concretos en que el tráfico de influencias y de órganos demuestran la inverosímil desvergüenza e impunidad que gira en torno al abuso de los cargos que ostentan quienes deberían preocuparse por la salud pública y no servirse de ella.
La sociedad está cansada de las dobles caras, de los dobles discursos, de que los funcionarios públicos no conecten la lengua con el cerebro, de que no asimilen la responsabilidad que les ha sido conferida. De qué sirve que los funcionarios en turno encargados de velar por la salud de los jaliscienses gasten tanta tinta y saliva en discursos y declaraciones por demás inconsistentes arguyendo honestidad y capacidad, cuando en la práctica nos han demostrado en innumerables ocasiones su incontenible y constante fijación por hacer las cosas mal.
No se necesita ser un experto para distinguir entre un acto de flagrante corrupción y otro que no lo sea, sólo un ciego o alguien que no quiere ver la realidad tal cual, es capaz, como lo hace el secretario de Salud del gobierno de Jalisco, de negarse a sí mismo lo innegable, que la corrupción existe, que sí hay tráfico de influencias, que sí hay distingo o “recomendaciones” para familiares o allegados.
Basta acudir a alguno de los centros de salud que han sido señalados para constatar el trato que se le brinda a un ciudadano común, sobre todo a quienes llegan con múltiples dificultades y carencias desde otros municipios del estado, y a otro que lleva la “recomendación” de algún alto funcionario, en ambos casos la atención y la prioridad es distinta, como si hubiera jaliscienses más importantes que otros.
Qué lástima que los responsables de estos delitos recurran al viejo y gastado truco de desviar la atención con cortinas de humo, de recomendar atender la paja en el ojo ajeno sin reconocer la viga en el propio, de buscar en el pasado excusas para evitar el señalamiento presente; de no responder de frente, de ser tan ligeros y por consecuencia cínicos, ¿Qué se puede esperar de quien con tantas limitaciones apenas acierta a reír ante una circunstancia que lo debería de preocupar?, no, y a ocupar, porque eso sería demasiado pedirle.
salvador@salvadorcosio.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario