Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2008-06-28 • Acentos
En estos días, se discute la iniciativa de reforma en materia de fiscalización y al igual que otras destaca por su improvisación, el proyecto tiene fallas evidentes y no coincide con las expectativas que se han creado.
En Jalisco no se han logrado concretar reformas trascendentales, no ha sido posible que el gobernador identifique las necesidades reales sobre las que es urgente y necesario revisar la legislación, modificarla, abrogarla o crearla. Los intentos que se han concretado en medio de polémicas discusiones, no responden a las características de una reforma real, integral, de fondo.
Hay timidez por decir lo menos en los procesos, carencia de oficio y técnica legislativa, no hay acuerdo y el debate se circunscribe al tema político, no hay conocimiento y la discusión mediática supera con creces a la que habría de efectuarse entre los actores que determinan el contenido de la reforma.
No es casualidad que el rezago del estado se haya acentuado con el arribo de los gobiernos panistas, al principio su inexperiencia era la excusa que dirimía sus desaciertos; con el paso de los años su ineptitud e incompetencia han gravitado sobre cada una de sus decisiones marcando tácitamente un estilo, el desorden.
Las constantes luchas intestinas del PAN han impedido que entre ellos acuerden iniciativas de reforma que constituyan autenticas transformaciones a la legislación vigente o el nacimiento de nuevos ordenamientos acordes a la particular necesidad que los funde y motive.
La inactividad del gobierno del estado ha provocado que los grandes pendientes de la agenda estatal sigan a la espera de un momento de decisión que se traduzca en la oportunidad real de tomarlos de frente y resolverlos, no únicamente dándoles la vuelta simulando lo que no existe, capacidad de solución. Se ha privilegiado entonces optar por la vía del menor esfuerzo.
Este gobierno panista no ha sabido sacar provecho de la inmejorable condición que actualmente guarda con su mayoría en el Congreso y la titularidad del Ejecutivo.
La costumbre que se ha hecho inercia de optar por parches y remiendos en vez de buscar una solución eficaz que se traduzca en reformas concretas ha provocado descontento, el rechazo social es evidente. Si no han sido capaces de poner orden al interior, mucho menos serán aptos para escuchar las demandas populares y trabajar en iniciativas de reforma que urgen al estado.
Uno de los problemas fundamentales que ha caracterizado la administración de Emilio González ha sido la falta de oficio político, la ausencia total de talento para dejar de ser un espectador más y centrarse como factor de un cambio que aún no ha llegado.
Se necesita más que voluntad para hacer frente a la sentida problemática que aqueja a los jaliscienses, las reformas no pueden esperar más, no se puede hablar de avance cuando lo que sustenta esos conceptos ya no son vigentes o se encuentran fuera de lugar, educación, salud, cultura, desarrollo social, económico y político, incluso la relación entre los poderes, son factor de discusión.
Emilio González debe centrarse en los temas torales y dejar de lado sus frivolidades que nada aportan, basta de reformas patito y de creer como él lo hace, porque así lo aprendió en Lagos, que un bache se tapa escarbando otro para con su tierra rellenar el primero y así sucesivamente.
salvador@salvadorcosio.org
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