Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2009-06-27 • Acentos
Hoy por la mañana, a convocatoria de diversas agrupaciones de ciudadanos se espera que un nutrido contingente se dirija al centro de la ciudad desde las confluencias de las avenidas Vallarta y Enrique Díaz de León, en torno a lo que han decidido llamar “Marcha ciudadana del hartazgo”.
No se equivocan los analistas cuando miden a través de instrumentos estadísticos el amplio porcentaje de hartazgo que se cierne sobre los ciudadanos, que día con día ven mermadas sus posibilidades de crecimiento y desarrollo integral. Las promesas han cansado y algunos políticos han deformado el oficio para constreñirlo en adjetivos que no son fondo ni forma en la política.
Es a su vez una última oportunidad para que políticos y gobernantes entiendan que en la medida en que se alejan de la gente y sus necesidades más sentidas, de manera exponencial pierden la confianza, el apoyo y respaldo de la ciudadanía.
Hay hartazgo por los constantes actos de corrupción de funcionarios y políticos, por las muertes que se han suscitado a causa de la contaminación en la cuenca del río Santiago, por la complicidad de la autoridad ante fraudes y compras ilegales como Charcos Azules y el Ahogado, por el tráfico de permisos para giros restringidos, por la imposición del proyecto de las Villas Panamericanas, su ilegal asignación y la destrucción del centro de la ciudad, por la concesión amañada de varias hectáreas del patrimonio municipal de Guadalajara y la desviación de recursos públicos para favorecer a un grupo inmobiliario español, con la construcción de Puerta Guadalajara; por la nulidad de acciones legales para recuperar terrenos del municipio de Zapopan que fueron invadidos para la construcción de la plaza Andares, por las violaciones al uso de suelo y el otorgamiento de más de cuatro mil permisos irregulares de construcción.
Por mentir y dar datos falsos la pandemia. Por la destrucción del Parque Metropolitano, por el tráfico de órganos en el Hospital Civil de Guadalajara, por la negligencia en la ejecución de obras públicas mal hechas, caras y tardías, por el despilfarro y dilapidación del erario a favor de televisoras, empresas privadas y asociaciones religiosas y por supuesto, por el lenguaje soez y vulgar con que el gobernador se ha dirigido ante quienes pagan su sueldo: los jaliscienses.
Sería insuficiente este espacio para enlistar todos y cada uno de los agravios que hemos padecido, por eso y muchas cosas más, deberán ahora los partidos, los políticos y los gobernantes someterse al juicio de los ciudadanos y pagar las facturas que le deben a Jalisco.
salvador@salvadorcosio.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario