Pemex e inseguridad nacional

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2007-07-14 • Acentos
Fuerte incertidumbre han provocado, en todo México, los recientes acontecimientos relativos a los diversos incendios que han sufrido los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) en tramos de Querétaro y Guanajuato, mismos que se atribuye el llamado Ejército Popular Revolucionario (EPR) y que el gobierno federal ha reconocido como ataques criminales.
No obstante que oficialmente no se identifica al EPR como autor de los atentados, las circunstancias hacen suponer que sí tuvieron que ver con los ataques y suponiendo, sin conceder, que no fueron ellos, las cosas se complican aún más porque habrá que investigar y aclarar contundentemente cómo es que se dieron los hechos.
Por otra parte, independientemente de quién haya provocado los incidentes, a todas luces es evidente que no se han tomado acciones contundentes para garantizar la adecuada operación de la paraestatal y que los lamentables niveles de inseguridad que los propiciaron son, también, motivo de responsabilidad que habrá que determinar, sin dejar de lado la falta de mantenimiento y modernización de la infraestructura, así como el nulo reemplazo de tuberías, que por su antigüedad y deterioro han provocado, en los últimos años, muchos accidentes de pequeñas, medianas y grandes proporciones.
En Jalisco sufrimos los efectos de la inseguridad, la obsolescencia y la negligencia de las instalaciones de Pemex, que provocaron las graves explosiones en el sector Reforma de Guadalajara, con la lamentable pérdida de vidas, y que en un acto desesperado y de aceptación tácita de culpa, la paraestatal trató de compensar con la aportación de 40 millones de pesos al fideicomiso creado para la atención de víctimas del siniestro.
Para nadie es novedad que Pemex sea señalada, una vez más, como una paraestatal a la que no se le da la importancia que tiene al momento de programar el presupuesto; de los ingresos petroleros se compone en un alto porcentaje del gasto del país y, sin embargo, en su inversión para infraestructura no se destinan más que migajas.
El posible comienzo de acciones del autollamado Ejército Popular Revolucionario pone al descubierto las limitaciones de los organismos de inteligencia gubernamentales de nuestro país, que quizá al enfocar sus esfuerzos en otros programas han descuidado áreas igualmente importantes, lo que obliga a replantear la estrategia de las instituciones militares y policíacas incorporando todas las posibilidades y repercusiones de cada una de las acciones que emprenda, sin descartar las líneas de investigación que pudieran ligar a la delincuencia organizada con los ataques a los ductos petroleros.
Urge que además de fortalecer las medidas de seguridad para evitar que se repitan este tipo de actos, se comience una investigación profunda, que se agoten los indicios, se descarten todas las posibles implicaciones, que además sea ágil y oportuna, y que se dé a conocer a la sociedad los avances y los resultados finales para evitar nerviosismos sociales, políticos y sociales.
El tema de los ataques a Pemex viene a complicar el panorama nacional que se ha venido oscureciendo cada vez más, sobre todo porque continuamos sufriendo con el inusitado despliegue de las fuerzas policiales y militares destinados a combatir las bandas de narcotraficantes en las entidades federativas y que, en números, ha resultado poco eficiente, y en la practica se le recuerda más por los abusos de malos militares.
El conflicto que a través de los medios de comunicación sostienen la federación y los grupos panistas con el pseudoempresario mexicano de origen chino, que impunemente desde el extranjero ha puesto de cabeza a toda la Administración, con una versión que sin duda puede resultar falsa, pero que al no saber cómo responder le han dado dimensiones que afectan a todo el país.
Los conflictos insalvables entre los dos grupos panistas radicalizados por apoderarse del gobierno y su tendencia a enredarse todavía más ante la inminente reestructuración de su dirigencia.
La insípida y ocurrente pretendida reforma fiscal que no ha soportado los primeros cuestionamientos por su evidente manufactura apresurada y su interés recaudatorio e intimidante que no parece generar, siquiera, la necesidad de un amplio foro de debate nacional, y a la que no se le diagnostica buen fin ni larga vida; y ahora los ataques criminales a los ductos petroleros que intentan dejar al descubierto las debilidades y erradas estrategias de acción que no convencen a nadie aderezadas con las amenazas de grupos guerrilleros revividos.
Si realmente queremos avanzar, no existe otra alternativa, sólo con la aclaración convincente e inmediata de los recién llamados actos criminales, la captura de los responsables y la pronta implantación de medidas adecuadas para darle a Pemex una infraestructura competitiva y sustentable, se podrá diluir la sospecha que se cierne sobre la intención oficial de desacreditar a las paraestatales energéticas del país con el fin de facilitar su venta a capitales extranjeros en pago de favores recibidos con antelación.
salvador@salvadorcosio.org

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