Otro año perdido

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2007-12-01 • Acentos
Prácticamente hace un año ya que Felipe Calderón ocupa la silla presidencial de nuestro país, que poco a poco se ha venido acostumbrando a la inoperancia de su Administración y al gris panorama que dejó el anterior régimen, que no ha podido ser superado.
El inicio de esta Administración ha sido más que incierto, revelador, porque con sus acciones ha quedado claro que requiere mucho de la imagen mediática para compensar la incapacidad de su gabinete para generar resultados y mejores condiciones para el progreso y desarrollo del país.
Una imagen ilustrativa de la dependencia publicitaria de Felipe Calderón es la que sarcásticamente apareció en prácticamente todos los medios de comunicación impresos del país, donde caricaturizado le dibujaban con un uniforme militar extremadamente grande para sus medidas en alusión a su aparición publica, portándolo con desaseo en una medida inusual, innecesaria e irrelevante.
La idea de Calderón al aparecer vestido como comandante supremo de las Fuerzas Armadas mexicanas era enviar un mensaje a los grupos de delincuencia organizada, que operaban y operan impunemente en el país, de que haría uso de todas las instituciones que representan la fuerza pública para combatirlos. Efectivamente, envió hasta al Ejército a patrullar las calles de ciudades seleccionadas de entre los estados de la república, en un operativo tan obvio como insustancial.
Con estadísticas, algunos periodistas hicieron notar que mientras el operativo policiaco militar operaba en algún estado sureño, los asesinatos, ajustes de cuentas y negocios ilícitos se daban o en el centro o en el norte del país y muy oportunamente cambiaban su ubicación atendiendo la agenda que el gobierno federal anunciaba con bombo y platillo por cuanto medio le fuera posible, en una actitud francamente inocente o definitivamente muy bien acordada.
Por otro lado, la errónea decisión de sacar a la milicia de sus cuarteles para darles tareas policiales, acción e idea que siempre se ha criticado, dio la razón a sus detractores que lamentaban enterarse de las violaciones a mujeres y de la brutalidad de algunos miembros del Ejército, que no están acostumbrados a esas tareas y que aun estando sujetos a las leyes civiles ordinarias debemos esperar que la justicia militar les haga pagar por sus crímenes, sin saber si es una forma más de impunidad oficial.
La política social ha quedado en una cínica y mala copia del programa social que en campaña dio a conocer Andrés Manuel López Obrador, las mismas ideas, los mismos propósitos pero formas muy distintas de ponerlas en práctica. Los apoyos prometidos para el combate a la pobreza han quedado sólo en infructuosos intentos por acercarse a los que menos tienen, mientras las cifras de los mexicanos en extrema pobreza sigue incrementándose peligrosamente, al no romperse la inercia heredada por Vicente Fox que sólo en sus alucinaciones veía mejoras inexistentes.
Los gobiernos panistas no han sido capaces de diseñar programas que atiendan el inhumano atraso de muchas personas de zonas urbanas y rurales de nuestro país, han desdeñado dedicarle tiempo para su diagnóstico, análisis y atención integral, optando cómodamente por darle continuidad a los añejos proyectos que buscaban clientelismos y compra de conciencias a cambio de lo más elemental para su subsistencia, inmortalizando el paternalismo y la codependencia. Nada nuevo parece haber en el futuro cercano que modifique positivamente la situación de miles y miles de mexicanos.
Obligado por los organismos internacionales, el gobierno ha realizado ya varios ejercicios para evaluar el nivel de la enseñanza básica en su conjunto, con tan malos resultados que al haber iniciado con pruebas de ENLACE a los alumnos de primaria y obtener calificaciones realmente lamentables, se les ocurrió como primer justificación acreditar veladamente la responsabilidad a los maestros, pero al ser evaluados ellos fueron aún peores los resultados. Todavía sin estar convencidos de la necesidad de reformas estructurales, esperan que revisando los programas de estudio encuentren el pretexto idóneo, cuando todo el mundo sabe que los falsos liderazgos y los acuerdos con caciques y vividores de los sindicatos han propiciado, por varios años, un atraso fenomenal y un desperdicio enorme de recursos que generalmente van a parar a los bolsillos de los nuevos aliados del gobierno a los que “debe su triunfo”.
Los fracasos de la educación en México no terminarán si no se toman medidas de fondo, con el valor para enfrentar a las mafias sindicales que ahora ya pernean también la estructura de la Secretaría de Educación Pública, en un secuestro claro de los destinos de educación con las gravísimas consecuencias que ello traerá al país en un corto plazo.
Es claro que no es positivo el balance de Calderón en el año que termina, tiene en 2008 la abundancia económica para inteligentemente enmendar el camino. Si no lo hace, tampoco sería una sorpresa.
salvador@salvadorcosio.org

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