Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2007-04-21 • Acentos
Mucho es lo que se ha dicho y escrito en relación a la obra pública de Jalisco, particularmente la desarrollada en la zona metropolitana, cientos de titulares con respecto al tema se han sumado a las hemerotecas de los medios escritos y electrónicos dando cuenta para la historia sobre los avances y retrocesos en este rubro.
La obra pública en el estado ha venido de más a menos en los últimos sexenios. No ha existido desde entonces una visión clara sobre la manera en que debe conducirse un plan integral de obra pública para Jalisco que privilegie las necesidades apremiantes de la sociedad y no sea sólo un instrumento que en épocas electorales han insistido transformar en un activo al servicio del partido político en el gobierno.
Primero, la justificación fue la inexperiencia, vocablo sin duda suficientemente “elegante” para no decir novatez, impericia o simplemente falta de capacidad para hacer frente a los problemas y carencias de la obra pública.
Ya hasta parece que los ciudadanos de la zona metropolitana, hemos caído en la inercia de acostumbrarnos a lidiar con las constantes desviaciones al flujo vial en avenidas de obligada circulación, los ahora famosos “tambos amarillos”, que de repente invadieron calles, calzadas y avenidas con el propósito de poner a prueba la hasta hoy conocida capacidad de paciencia en el animo de quienes habitamos la zona conurbana, se transformaron también en símbolos inequívocos de la ineficiencia que se ha vivido en esta área del gobierno estatal.
La falta de señalamientos precisos para el ciudadano común que tiene la imperante necesidad de circular por los lugares donde se desarrollan por tiempos indeterminados, bastante indeterminados quizá, los trabajos de obra pública, han provocado constantes accidentes de orden vial, que no solo han perjudicado a quienes directamente se involucran en ellos, sino que de paso provocan estrangulación y colapso en vialidades cuya característica había sido la agilidad del tránsito.
La deficiente coordinación entre quienes ejecutan las obras y norman la vialidad, ha provocado también las enormes cargas vehiculares que todos los días constriñen a los ciudadanos a modificar sus tiempos de salidas y llegadas a sus destinos.
Qué decir también de quienes por la lentitud en la ejecución de los trabajos de obra pública han visto mermados sus ingresos, hablamos entonces de personas dedicadas a una actividad comercial o de prestación de servicios cuyos centros de trabajo se encuentran cerca de donde se lleva a cabo una obra y por consecuencia disminuyen su actividad al no contar con clientes, puesto que éstos no pueden ingresar hacia esos lugares.
Pero lo anterior, son circunstancias desde el punto de vista de la actividad diaria de un ciudadano común, habría que analizar algunos otros aspectos que son relevantes por su impacto, sobretodo al erario publico y a la misma calidad de la obra publica que se ejecuta.
Para nadie es un secreto que una de las características esenciales en la gestión de la obra pública de los últimos años, ha sido la incompetencia, incluso quizá el desconocimiento tanto de acción como de omisión, la constante pues, ha sido un sinnúmero de obras deficientes, mal hechas, mal planeadas, mal proyectadas y mal ejecutadas, uno de los casos más comentados por ser reciente, el nodo Colón, cuya falta de previsión y cálculo provoca que constantemente exista filtración de agua.
Quien sabe entonces, en cuantas ocasiones un mismo proyecto de obra pública haya tenido que ser modificado al momento de la ejecución a consecuencia de una ineficiente planeación y cuantos tendrán que modificarse por la misma causa, incrementando sensiblemente no solo el tiempo, sino el costo final.
¿Hasta cuando entonces, los ciudadanos habremos de cubrir con nuestros impuestos los incrementos de los presupuestos de obra pública debido a la negligencia de quienes proyectan y ejecutan las obras?.
¿Cuanto tiempo más habrá que soportar las molestias que generan los continuos retrasos de la obra pública en la zona metropolitana de Guadalajara?
¿Cuándo se entenderá que ampliar los tiempos de ejecución de obra, no son un mensaje para la ciudadanía encaminado a hacernos creer, que en verdad se trabaja? no es necesario hacer todo ese circo que incluye maquinaria pesada, toneladas de material, profundas excavaciones, gente trabajando, etc. para que el ciudadano crea que el gobierno trabaja, que esta cumpliendo con su obligación.
El gobierno que verdaderamente aspira a cumplir con la sociedad no necesita de obras, como dicen en el pueblo “de relumbrón”, sino de acciones concretas, rápidas y eficientes que se traduzcan en soluciones y no en mayores preocupaciones y dolores de cabeza para los ciudadanos.
Ya hemos tenido en Jalisco quienes piensan así, que tener “bombardeada” la ciudad, significa que se está trabajando.
Ahora se presenta una nueva oportunidad para demostrarle a los ciudadanos que se puede hacer obra eficiente en Jalisco, a costo y tiempo real, ojala así lo entienda en nuevo secretario de Desarrollo Urbano y no sólo eso, sino que lo demuestre y nos convenza de que en Jalisco, las cosas se pueden hacen mejor.
salvador@salvadorcosio.org
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