Mirmidón

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Proclive a deliberados actos que evidencian grave trastorno de personalidad, Emilio González Márquez insiste en demostrar incapacidad permanente para mantener diálogo y acuerdos, provocando detrimento en la relación interinstitucional de todos los órdenes de gobierno y menoscabo en el desarrollo de Jalisco.
Sin pudor, ha bloqueado sistemáticamente cada intento de cualquier gobierno emanado de un partido distinto al suyo y se ha encaprichado en dilatar bajo absurda terquedad, propuestas, iniciativas, obras y proyectos, al amparo de estúpidos argumentos y enana visión.
Cual acepción de la palabra “ser muy pequeño o enano”, Emilio González es un mirmidón con aires de grandeza, un mitómano consumado que como la “Chimoltrufia”, al igual que dice una cosa dice otra, es un tipo pendenciero, un trasgresor de la legalidad, un obstáculo para el desarrollo de Jalisco.
A falta de resultados, Emilio González busca destacar a través de dislates y burdos episodios etílicos; lo mismo le ha dado por caracterizarse como policía, albañil o bombero, que aparecer en silla de ruedas, patear casas ajenas, correr como Forrest Gump, pintar casas de azul o emular a Antanas Mockus, polémico ex alcalde de Bogotá, logrando solamente perder el tiempo y dejando pasar la oportunidad de resolver los problemas de los jaliscienses.
Recientemente se ha empecinado en evitar el registro ante la Secretaría de Finanzas de un crédito aprobado por el cabildo tapatío, retrasando urgentes obras de pavimentación en avenidas y hostigando para conceder eventualmente el registro -como ya se anunció-, a cambio de “algo”.
Si bien es cierto que el trámite de registro para deuda fue deficiente, también lo es que otro mirmidón -Aristóteles Sandoval-, fue arrogante y prefirió abonarle al show mediático que reconocer los errores para enmendarlos y evitar meter al pueblo entre las patas de los caballos.
Afortunadamente, otros alcaldes han detenido intentos de atropello por parte de Emilio González. Héctor Vielma, por ejemplo, no permitió el cierre del vertedero de Picachos haciendo valer una protección judicial y después logró la declaración de aprobación inminente de registro de deuda para obras, la cual tramitó personalmente “papel por papel y letra por letra”. Miguel Castro no permitió las irregularidades del puente El Alamo y Enrique Alfaro no ha consentido que el deficiente trabajo de la procuraduría estatal merme el avance que ha impulsado en seguridad.
El problema de Emilio González Márquez es que deslumbrado por el respaldo de la más radical ultraderecha del PAN, El Yunque, ya se cree presidente, cuando en realidad sólo es un enano mental, que gusta verse en carteles y espectaculares mostrando falsa imagen de gobernante exitoso, con lo que compensa su necesidad por sentirse admirado y reconocido, a falta de resultados y buen gobierno que mantienen a Jalisco sin rumbo y a la deriva.

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