Mercachifles

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Lo que era un secreto a voces fue ratificado en un cínico y descarado reconocimiento por parte de Elba Esther Gordillo, eterna dirigente magisterial, quien sin ningún pudor aceptó “arreglos políticos” con Felipe Calderón durante la elección presidencial de 2006.
Gordillo Morales destapó otra putrefacta cloaca en la que el eje común es la marrullería, los arreglos bajo la mesa y la voracidad por multiplicar los cotos de poder y las redes de complicidad e influyentismo.
El oscuro acuerdo mediante el cual “la maestra” movió sus piezas entorno a la candidatura de Calderón tenía como retribución la colocación de sus incondicionales en puestos al interior de instituciones como el ISSSTE, la Lotería Nacional y el Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Es evidente que las insanas negociaciones muestran lo más bajo de las prácticas electoreras y la revelación de la declaración sólo abre el periodo del clientelismo: compra y venta de influencias al mejor postor.
De lado quedan los ideales, los principios y las plataformas electorales, cuando el propósito es conseguir el poder por el poder a costa de lo que sea y por encima de quien sea, para buscar el beneficio personal en detrimento de la sociedad.
En el colmo del cinismo y las complicidades, sin importar el costo político y social, los diputados del PRI y PRD exoneraron al auditor de Jalisco, en evidente contubernio con la disimulada actuación del PAN.
¿Pensarán los priistas de Jalisco que fue correcto que sus diputados locales exoneraran el cochinero del auditor? ¿Aplaudirán la decisión?
La determinación de que el auditor continúe en el cargo es producto de los acuerdos entre distintos factores de poder en los partidos, es una vez más la defensa de los intereses particulares por encima del cumplimiento y el rechazo que la mayoría de los sectores sociales tiene hacia el encargado de la supervisión y fiscalización de las cuentas públicas.
¿Con qué calidad moral continuará en el cargo quien es señalado con índice de fuego por haber recibido de manera sospechosa casi diez millones de pesos, mientras que su suegro presuntamente recibió por lo menos cinco millones por trabajos de impresión de formas valoradas, sin que fuera proveedor del Congreso?
Escándalos donde las redes de complicidad y corrupción salen a la luz, como en los casos de Elba Esther ,quien “vende caro su amor”, o el de las perversas componendas que sirven para mantener a un desacreditado auditor en el cargo, obligan al replanteamiento de los esquemas políticos, electorales y de fiscalización. Hay hartazgo sobre las mezquinas prácticas que protegen a los que, en medio de la impunidad, cometen todo tipo de tropelías, ante la complicidad de quienes debieran denunciarlas.

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