Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2010-02-13 • Acentos
Nada bien librado salió el PAN tras las declaraciones de Emilio González y la renuncia a la militancia de Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación.
No fue novedad lo señalado por Emilio, al reconocer que rompió con los diputados panistas de la pasada legislatura por “corruptos”; aunque más bien debió apuntar que aunado a eso, el grupo mayoritario de la fracción del PAN no era de su equipo, por lo que en muy repetidas ocasiones protagonizó, con el ex diputado Jorge Salinas, desencuentros que lo llevaron a mantener una ríspida relación. A pesar de que el PAN fue mayoría durante la pasada legislatura, argumentó que no valió para alcanzar entendimientos, menos acuerdos y que alcanzó su punto más álgido en la debacle del panismo en Jalisco.
Al verse el PAN y su militancia secuestrada por clientelismos e influencias de dos grupos antagónicos, la intestina lucha concluyó en lo que hoy ya todos conocemos, Emilio nunca tuvo buena relación con los diputados de su partido, y eso provocó no sólo la parálisis legislativa, sino la ausencia de resultados. Es cínico el gobernador al no tener empacho en declarar las tropelías que impidieron su entendimiento en la anterior legislatura, mientras se lava las manos por lo que el Legislativo dejó de hacer y se rasga las vestiduras al presentarse como víctima de las circunstancias.
Aún así trata de deslindarse de las nocivas prácticas de sus correligionarios, cuando en la mesa comparte literalmente el pan y sal con sus adversarios internos, no obstante la evidente molestia de su dirigencia nacional, que de inmediato acudió a Jalisco para abatir el fuego amigo.
No podía esperarse más de un gobierno de ocurrencias que no ha dimensionado el tamaño de su responsabilidad, y lo mismo le da regalar dinero público, lanzar injurias y poner en riesgo las aportaciones de los trabajadores afiliados al Instituto de Pensiones de Jalisco al mejor postor para desarrollar un mítico complejo turístico plagado de irregularidades.
Es entonces la lucha del poder por el poder. Es el PAN y sus hechos lo que ha trascendido a esferas que ponen a ese partido en el ojo del escrutinio público, es el tráfico de influencias desde el poder para quienes lo detentan y la confabulación hasta con el diablo para arrebatar posiciones y gobiernos, como lo intentan con las inusitadas alianzas con partidos como el PRD.
Por ello, es encomiable la postura del Secretario de Gobernación y congruente su decisión de separarse del PAN, hecho inédito que sólo revela que si habíamos pensado que la debacle del PAN se había frenado, ahora es “mea culpa” de sus dirigencias y sus gobiernos la caída libre por la que se ha enfilado.
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