La inútil repartición de culpas

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2008-02-23 • Acentos
La contaminación del río Santiago sigue generando reacciones de preocupación, en algunos por la salud de los habitantes de la zona, en otros por el riesgo de ser auditados en sus desechos industriales y otros por su pobre y errático desempeño.
Ni duda cabe que la integridad física de los pobladores de la cuenca debe ser motivo de atención inmediata por parte de todas las dependencias oficiales de los tres niveles de gobierno, así como del sector empresarial instalado en el municipio y en general de quienes puedan aportar algo para su fortalecimiento, antes que cualquier otro tipo de acciones.
No obstante lo anterior, la contaminación de las aguas y sus fatales repercusiones han traído a la luz pública otros escenarios que en aras de prevenir otros acontecimientos similares también de graves consecuencias, deben ser dilucidados con responsabilidad y compromiso.
La salud pública no es, desde hace ya muchos años, motivo de orgullo, satisfacción o tranquilidad para los jaliscienses, al contrario ha venido siendo un reflejo de la corta miranda y escasa compresión del ejecutivo del estado en turno, lo que ha derivado en el raquítico y negligente desempeño de sus titulares en la secretaría del ramo.
La actual administración ha superado y con mucho a las dos más recientes, en cuanto a ineficiencia, incapacidad, insensibilidad y rumbo, el Secretario de Salud actual ha sido calificado por especialistas y académicos como no apto para el cargo en virtud de no reunir el perfil mínimo suficiente. Falta de conocimientos, ineptitud manifiesta y un torpe manejo de las políticas públicas ha sido su sello distintivo que da la razón a sus críticos.
Ocasiones para manifestar sus habilidades ha tenido en lo que lleva del cargo, sin embargo ni de panzazo ha superado los retos, lo que se recuerda de su actuación con mayor frescura es su enana postura respaldando la del gobernador con respecto a la campaña de distribución de preservativos que fue el pretexto para despedir al titular del Coesida.
Su aferrada posición de no reconocer contaminantes tóxicos en las aguas del río Santiago y a estos como la causa de la muerte de un menor además de inferir que consumía drogas, no tiene la aprobación y la simpatía de absolutamente nadie, sólo del ejecutivo, aunque ahora que se han dado a conocer los resultados de los análisis practicados y la existencia de arsénico en su sangre, seguramente Emilio González estará diciéndole “no me ayudes compadre”.
Por otra parte, se ha dicho en algunos medios de comunicación que la secretaría no cuenta con diversas vacunas contra enfermedades graves, ni con suero antialacrán lo que de comprobarse pondría a la población en serios riesgos y una vez más exhibiría la negligencia y cinismo con la que trabajan en la dependencia.
Ante las obvias irresponsabilidades en las que ha incurrido el citado funcionario y algunos otros con respecto a la contaminación, poco o nada han dicho los diputados locales. Los de Acción Nacional, aún siendo su obligación, es claro que prefieren ignorar el problema con propósitos electorales; de los legisladores de oposición no se entiende su falta de intervención, porque salvo muy honrosas excepciones la gran mayoría han preferido guardar silencio inclusive a pesar de los señalamientos expresos de coparticipación que se hicieron en su contra.
Definitivamente no será posible solucionar el gravísimo problema de la contaminación ni cualquier otro intentando eludir la responsabilidad u ocultándose en el silencio, que en este caso, se convierte en vergonzosa y delicada complicidad, la sociedad los eligió para que le representen y por lo que se ve su postura atiende más a intereses y conveniencias personales.
De un diagnóstico certero del origen y de las fuentes generadoras de la polución y de la revisión de la actuación de las diferentes oficinas oficiales encargadas así como de los detalles específicos de los acontecimientos que derivaron en la muerte de un niño, alguien deberá responder por los hechos u omisiones independientemente de continuar con la atención integral del problema.
Con toda seguridad al paso de los días aparecerán más víctimas inocentes que al haber permanecido expuestas durante muchos años al contacto con olores y líquidos, o al haber consumido continuamente productos cultivados con aguas contaminadas, les serán detectadas sustancias tóxicas en su sangre que podrían llevarlos a la muerte mientras la lentitud, negligencia, incapacidad e inactividad de los funcionarios públicos continúan siendo el pan de cada día.
La responsabilidad, como bien lo decía el gobernador, la tenemos todos, él y su equipo por ocupar cargos para los que no están preparados y el no haber actuado ante lo evidente del riesgo; nosotros, como sociedad, por no reclamarle y exigirle a nuestros representantes y gobernantes que enfrenten los problemas y asuman sus obligaciones. Actuemos y dejémonos ya de una vez por todas de la inútil repartición de culpas.
salvador@salvadorcosio.org

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