Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2009-07-18 • Acentos
Al margen de la visión generalizada de los resultados del proceso electoral local del 5 de julio, donde se declaró la victoria del Partido Revolucionario Institucional, la derrota de Acción Nacional y el reacomodo de los otros partidos; con un análisis más profundo las cosas no son como aparentan.
Por un lado, el Partido de la Revolución Democrática sufrió un fuerte descalabro que lo deja sin representantes en las principales ciudades de la zona metropolitana de Guadalajara derivado del fuerte trabajo político realizado por los grupos perredistas formales e informales vinculados a la Universidad de Guadalajara, pero concentrado en favor del candidato del PRI a diputado federal José Trinidad Padilla López, está claro que el manejo de las estructuras y recursos del partido del sol azteca fueron utilizados para asegurar el triunfo del priista, familiar cercano del líder informal del grupo; dilapidando también las de por si escasas simpatías de sus militantes.
Lastimosamente, ahora el PRD se ubica en el último lugar de las preferencias electorales jaliscienses con mínimas posibilidades de cara a las siguientes elecciones.
En el Partido Acción Nacional, los propios militantes se están encargando de dar a conocer las causas que le costaron la dolorosa derrota que, dicho sea de paso, aún no acaban de digerir, atribuyéndose mutuamente entre los dos grupos en pugna la paternidad de los malos resultados.
A los ciudadanos nos queda claro que los motivos de uno y otro bando, más las condiciones sociales, económicas y políticas provocadas por el gobierno federal fueron la causa de la catástrofe y sus amargos lamentos. Los acontecimientos representan sin duda el cobro de facturas a la ineficiencia, soberbia y cinismo de sus gobiernos, dirigencias y candidatos.
Solo para ilustrar las dimensiones de la debacle, basta señalar las circunstancias que se dieron en el Distrito X, reconocido a nivel nacional como el bastión panista por excelencia donde su candidato a diputado federal el ex gobernador Francisco Ramírez Acuña, con su sola presencia tiró a la basura cerca de 20 mil votos en relación con la elección pasada, resultando electo apenas de “panzazo” debiéndole el apretado triunfo más los errores de sus oponentes que a algún posible mérito personal.
Es de todos conocida la influencia de Ramírez Acuña en uno de los dos grupos antagónicos blanquiazules, no obstante ello, si bien pudieron no haberle apoyado los miembros activos de sus oponentes internos, tampoco hicieron campaña en su contra lo que evidentemente no fue la causa de su desmoronamiento.
Su competidor más cercano producto de una alianza infructuosa e injustificada, quedó a unos cuantos votos de ganar aún cuando el candidato tricolor de hace tres años obtuvo casi dos mil votos más que ahora, lo que hubiera sido suficiente para ganarle al ex gobernador.
Por errores estratégicos como el anterior, el PRI no obtuvo más votos de los que tradicionalmente ha sumado en los procesos electorales, al contrario, el voto duro priista sufrió una merma; aunque ciertamente fue menor, lo que combinado con el alto índice de abstencionismo le dio la victoria en varios municipios y distritos pero en la distribución de las diputaciones plurinominales quedó evidenciado el decremento un su votación.
La realidad es cruda, habiendo quienes se llevaron el triunfo y la derrota, a la luz del análisis no hay ganadores en este proceso electoral, que sólo sirvió para recomponer el Congreso y los ayuntamientos y para justificar el gasto inútil del erario en los partidos políticos.
salvador@salvadorcosio.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario