Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2009-07-25 • Acentos
Tiempos muy difíciles nos esperan a los mexicanos en materia de seguridad a partir de la nueva composición política generada del reciente proceso electoral no solo por los reacomodos de las fracciones partidistas representadas en el Congreso de la Unión , sino también por la nula capacidad mostrada por el gobierno en turno y la abierta provocación de los grupos delincuenciales.
De todos es sabido que el principal interés de Calderón por el tema de la seguridad viene desde los primeros días de su gobierno buscando, en virtud de la ausencia de legitimidad en su cargo, dar un notorio golpe de timón que hiciera olvidar rápidamente a los mexicanos la muy cuestionada elección que lo llevó a los pinos.
Lamentablemente para él y para todos nosotros, la torpeza, complicidad e ignorancia con las que se intentó combatir a la galopante delincuencia que le heredó Vicente Fox, fueron el detonante para engrandecer a las organizaciones delictivas que ahora están imparables y a punto de tomar el mando del país ante el aterrado gobierno federal que no atina a buscar controlarles o mejorar su imagen pública sostenida con alfileres.
La seguridad es el tema emergente atraído por conveniencia política para Calderón y agravado exponencialmente por él mismo, al incorporar en su combate a todas las instituciones de todos los niveles en un frente desarticulado, incapaz y en algunos casos, como el Ejército, fuera de su ámbito de acción.
La de por si grave situación del país se complicó aún más desde el año pasado por la fuerte recesión económica de Estados Unidos que en México la sufrimos todavía en mayores proporciones por la desairada y negligente reacción del gabinete calderonista, todo ello, sirvió de marco a un proceso electoral que no dejó lugar a dudas: el actual gobierno reprobado por la gran mayoría de los mexicanos, de tal forma que ha preferido como advertencia oportuna que sea la fracción priista en la Cámara de Diputados la que contribuya a dar solución a los principales problemas nacionales, especialmente al de la inseguridad que vivimos.
Ese mandato ciudadano de contrapesos, puede llevarnos a una situación peor, si aún fuera posible, porque tanto el gobierno como la oposición tendrán fija su mirada en la elección presidencial y como bandera para los electores se disputarán férreamente el protagonismo en este y otros temas sensibles, sin la garantía de darles solución y si con el fuerte riesgo de complicarlos sobre todo si tomamos en cuenta que la delincuencia organizada ha venido incrementando sus niveles de crueldad, infiltración y sus mecanismos de “socialización” de sus ilícitas actividades.
Con una falta de respeto absoluta al gabinete de seguridad nacional, los carteles que operan en el país se atreven a proponer públicamente un pacto con el gobierno y como anticipo asesinan fríamente a un grupo amplio de policías federales como cruel y despiadado mensaje.
El panorama nacional en seguridad no tiene el más mínimo resquicio de alentador. Al combinarse la inseguridad con factores políticos, electorales y económicos se genera un riesgoso cóctel que puede explotar en cualquier momento y derivar en consecuencias irreversibles para nuestro país.
El desempleo también agravado por el estado, máxime cuando fue una reiterada oferta de campaña de Calderón, es una de las importantes vías que deben priorizarse para paliar la situación financiera ciudadana e inhibir la delincuencia por necesidad que ya empieza a aparecer.
Es urgente que alejemos cualquier otro interés que no sea el de lograr un lugar en paz y con oportunidades de desarrollo para los mexicanos. Buscarle provecho personal o electoral a temas tan complicados como la inseguridad es tan deleznable como el más artero crimen.
salvador@salvadorcosio.org
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