Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2010-12-11 • Acentos
Cochupos, impunes y cómplices despachan sin pudor ni vergüenza en muchas de las oficinas del Ayuntamiento de Guadalajara, al amparo de la absurda justificación del presidente municipal, Aristóteles Sandoval, por desconocer —según él— el tamaño de las colas que arrastran algunos funcionarios y la fétida cloaca de donde salieron. El gobierno tapatío es un chiquero donde cohabitan revolcados y salpicados en un insaciable y voraz afán por hacer de la transa una actividad cotidiana, al ritmo no del famoso "Jarabe Tapatío", sino del Jarabe tapa todo.
No terminaba el escándalo del mentiroso ex contralor Víctor Urrea Stettner, cuando quien lo sustituyó —su amigo y socio por cierto— fue cesado al hacerse público que contaba con una inhabilitación decretada por la Secretaría de la Función Pública por anomalías en su anterior cargo en la Profeco. Aun así, transgrediendo la ley, laboraba impunemente en el ayuntamiento tapatío. Pero después de él, quien también bailó el Jarabe tapa todo fue el siguiente en la lista de interinos de la contraloría municipal —también socio de los otros dos—, a quien le destaparon un largo historial de corrupción e impunidad. Lo más aberrante del caso es que, una vez evidenciados los ilícitos, en lugar de emprender acciones legales, simple y sencillamente Aristóteles los separó del cargo. ¿No es esto encubrimiento y complicidad?
Este escándalo de corruptelas e impunidad no debe quedar en la cómoda destitución de los funcionarios señalados: se requiere una investigación clara y transparente para determinar el tipo de responsabilidades administrativas y penales, que se les pueden fincar. Denuncias ya existen, habrá que esperar que la procuraduría actué y no las mande a la congeladora. La sociedad tapatía exige que se designe urgentemente un nuevo contralor que ostente un adecuado perfil profesional y amplia solvencia moral para que resuelva las incomodas quejas de corrupción que se han encauzado contra ex contralores y otros corruptos funcionarios. Por cierto, ¿y la zarina anticorrupción? ¡Ojalá no ande en Las Vegas!
Llegó el tiempo de rendir cuentas y hacer un balance en la gestión de los alcaldes metropolitanos: Tonalá no se ha notado, pero según algunos tonaltecas las cosas marchan por lo menos sin los anteriores escándalos y aspavientos que caracterizaron a otras administraciones; Zapopan parece que ha venido de menos a más, quizá no con la celeridad que los ciudadanos esperan. Falta más obra pública y atención al ordenamiento urbano, pero por lo menos existen algunos proyectos concretos, sobretodo en temas de movilidad. En Tlaquepaque se ve un desempeño discreto, hace falta trabajar en el tema de rehabilitación de vialidades, aseo público y temas ecológicos. En Tlajomulco, a pesar de distraer constantemente los reflectores mediáticos, se ha privilegiado el apoyo social y se avanza en la regularización de los fraccionamientos.
Lástima que Guadalajara haya sido en este año tan golpeada y vapuleada — ¡Y su gobierno también!, dirían los spots institucionales. Qué tendrá que decirnos Aristóteles en su primer informe de resultados, cuando no pudieron ni tapar un bache y se pasaron el año intentando adjudicar mañosas licitaciones, comprando a sobreprecio, justificando mentiras, encubriendo cochupos, viajando a Las Vegas. Y bailaron el Jarabe tapa todo.
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