¡Encuerados!

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Encuerados y en ridículo dejó el sitio Wikileaks a la diplomacia estadunidense y de paso encueró el cochambre, inmoralidad e ineficacia de los instrumentos de información, defensa y seguridad del Estado mexicano. El escándalo reconfirma la prepotencia de los gringos, el menosprecio por México y el mundo, pero también demuestra la pequeñez del “enano de tapanco” (Felipe Calderón) y la fragilidad y vulnerabilidad de las instituciones mexicanas; se encuera así la realidad de un gobierno angustiado, un Ejército lento, mal preparado, temeroso de su incapacidad por salir avante al entrar en diversos sitios de la geografía nacional, confrontado con la Marina y, lo más grave, demandante de barbaridades tales como la pérdida de garantías y Estado de sitio.
También se filtró el reconocimiento del erróneo cálculo que hizo Calderón acerca de los niveles de corrupción e impunidad en el país, el “estrés” que le genera la inseguridad y su solicitud de ayuda a Washington para que en un momento dado los estadunidenses “intervinieran” en el país. ¿No es eso traición a la patria?
La gran información que hoy se difunde sin control gubernamental provocó la histeria del gobierno estadunidense y la realidad es que haber encuerado la verdad, por cruda que sea, no es más que refrendar lo que era un secreto a voces.
En Jalisco también hay encuerados. Juan Sandoval Íñiguez, antítesis de lo que debiera ser un sensato, conciliador y humilde pastor religioso, ha sido encuerado en su ya de por sí escasa honorabilidad como cabeza de la grey católica en Occidente. Queda claro, ha solapado y consentido actos pederastas que desequilibrados emocionales como Marcial Maciel promovieron a la sombra de la corrupción e impunidad que se esconden detrás de muchos púlpitos. Sandoval es pederasta en grado de complicidad, conoció de muchos casos y ni los evitó, ni los denunció ante la autoridad competente. No debe ser impune ni esconderse tras la falaz e inexistente “investidura plenipotenciaria celestial” para evitar comparecer al llamado de la autoridad.
Y en más encuerados, sigue siendo el ayuntamiento tapatío donde la desvergüenza encuentra sus mejores exponentes al encuerar la desfachatez de algunos “servidores públicos” que parecen empecinados en hacer de las mentiras, complicidades y fechorías una práctica gubernamental recurrente. Encueraron la mentira del contralor Víctor Urrea Sttetner, quien había pretextado ir a Tucson en día laborable a desahogar revisión médica de su esposa –en avión privado, dijo, pagado por su seguro de gastos médicos-; cuando en realidad viajó a Las Vegas, en aeronave de pudientes empresarios que forman parte del padrón de proveedores del Ayuntamiento de Guadalajara. ¿Qué turbios negocios o concertaciones habrán concretado?
¿Cuántos cochupos y mentiras de “funcionarios probos” se conocerán?, ¿cuántos pederastas se seguirán descubriendo? y ¿qué otros asuntos delicados más se difundirán en cuanto a la realidad de la diplomacia gringa, la fragilidad del gobierno e instituciones mexicanas y las debilidades terrenales de pastores clericales, de empresarios y de gobernantes?

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