Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2007-03-31 • Acentos
La aprobación de la Ley del ISSSTE, como se le ha dado a conocer a las reformas relativas, ha acaparado la atención de prácticamente todo el país, inclusive superando la controversia que siempre provoca un tema tan sentido para los mexicanos como lo es el aborto.
Las encendidas discusiones y debates generados en el Congreso de la Unión , aunado a la larga lista de declaraciones de funcionarios federales, líderes empresariales, religiosos y sindicales y las crónicas de manifestaciones, marchas y adhesiones han saturado los espacios televisivos y de radio en las últimas semanas.
Habrá de recordarse que las reformas promovidas y aprobadas el año pasado respecto de la Ley del IMSS provocaron también grandes movilizaciones y efervescencia política y social, que paulatinamente fueron disminuyendo a medida que se fueron conociendo los detalles y alcances de su contenido.
Lo que han provocado ahora las reformas al ISSSTE es que no nos hemos permitido dimensionar el tamaño y los riesgos de sus efectos o ventajas. El ISSSTE es la institución que otorga la seguridad social a casi todos los servidores públicos federales, que representan un porcentaje menor de la fuerza productiva nacional; el resto son atendidos esencialmente por el IMSS, Infonavit y las Afores, estas últimas fueron justamente el resultado de una reestructura de los esquemas de pensiones que habían venido colapsándose y que, a un mediano plazo, amenazan aún con provocar grandes problemas económicos y sociales al país.
El último eslabón para prevenir un conflicto grave en las pensiones de los trabajadores del país lo es, sin duda, la reorientación del manejo económico del ISSSTE y habrá de reconocerse la necesidad urgente de las medidas propuestas y la importancia de su aprobación. Sin embargo, no por ello deberán dejar de analizarse minuciosamente para evitar que se siga haciendo uso inadecuado de los recursos públicos en perjuicio de todos los mexicanos.
Mucho se ha dicho del resultado electoral presidencial del año pasado y que la estrechísima diferencia de votos es atribuida ilógicamente al trabajo sucio de la maestra Elba Esther Gordillo, quien ahora reclama su pago, y el gobierno federal, comprando esa falaz idea, no sólo admite los caprichos sino que los promueve y defiende como si fueren de su autoría.
En la dirección del instituto se nombró iniciando la Administración a un incondicional de la señora Gordillo, quien es la líder de facto del sindicato de maestros, que representa un gran porcentaje de los derechohabientes del ISSSTE, lo que hace suponer que además de controlar a los maestros pretende sentar sus reales en toda la burocracia federal, a fin de continuar ejerciendo un poder al parecer inobjetable como lo ha venido haciendo en los últimos dos periodos presidenciales.
Darle autonomía en el manejo de los recursos para el retiro de la burocracia federal, mediante la creación de un sistema propio encabezado por una legión de fieles a la señora Gordillo, representa abrirle una mina ilimitada de recursos dispuesta para cubrir las actividades e intereses electorales de su grupo político y significa, además, perpetuarla en su espacio de poder que, como se evidencia ahora, tanto daño causa al ejercicio de gobierno.
La aprobación de las reformas ha contado con el voto a favor de las cámaras de los diputados y senadores de la fracción priista, partido del que apenas el año pasado fue expulsada la señora Gordillo justamente por traicionar sus documentos básicos a favor de candidatos distintos al suyo. ¿Qué argumento tendrían los priistas para prestarse a las modificaciones que favorecen directamente a su ex miembro?
Ni duda cabe que, como en todos los partidos, en el PRI existen miembros de sobrada militancia y compromiso republicano y social, a quienes seguramente no les ha pasado inadvertida la actuación de sus correligionarios y por supuesto tendrían sus reservas en votar a favor de las modificaciones. Habrá que esperar el acontecer nacional para darnos cuenta de los oscuros acuerdos que valieron lo suficiente como para olvidar las afrentas y dejar de lado el interés nacional.
salvador@salvadorcosio.org
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