Gordo problema

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2009-09-26 • Acentos
Cuando Felipe Calderón advirtió que su campaña política no daba los resultados esperados para su partido frente a un entonces fortalecido Andrés Manuel López Obrador, decidió dar un vuelco para convertirse en “el presidente del empleo”, eslogan que le permitió reposicionarse y llegar a la Presidencia de la República en medio de severos cuestionamientos y falta de legitimad.
Calderón promovió la idea de un México ganador, que tres años después sus seguidores siguen esperando, igual que el cambio que los panistas prometieron.
Así también sí alguien revisa el decálogo de promesas de campaña, fácilmente se dará cuenta que ninguna se hay llevado a cabo.
La actual Administración no ha podido ser más errática. El manejo de la situación frente a una crisis financiera de origen internacional y consecuencia global, ha sido incongruente con nuestra realidad nacional y sin duda también ha superado la escasa capacidad de quienes están al frente de las decisiones en materia financiera.
No se justifican las abultadas nóminas de las secretarías relacionadas con el rumbo económico del país, ni tampoco el discurso de sus titulares, quienes desde siempre desestimaron los efectos de la recesión y redujeron metafóricamente sus efectos a una “gripita”, cuando en los hechos y aduciendo su coloquial lenguaje, ha resultado ser una pulmonía de consecuencias funestas.
Entonces ¿cómo sostener al frente de la Secretaría de Hacienda a un equipo mediano, gris e incapaz de dimensionar las consecuencias de las turbulencias internacionales?
¿Por qué mantener a un secretario cuya capacidad no está a la altura de las necesidades del país y que incluso ha declarado no tener un plan B en caso de que la iniciativa de presupuesto de ingresos del gobierno federal no sea aprobada en los términos que el Ejecutivo federal envió al Congreso?
Demuestra incapacidad y cerrazón propia y en complicidad con Felipe Calderón, quienes al parecer siguen empeñados en hacer que los ciudadanos paguen las consecuencias de sus malas decisiones en materia económica.
Caso contrario a lo que sucede en otras latitudes, donde gobiernos de países con condiciones similares al nuestro, han optado por reducir impuestos para incentivar el ingreso y fortalecer el poder adquisitivo de las familias en beneficio del consumo y reactivación de las cadenas productivas.
Que bueno que Calderón es el presidente del empleo, sino quién sabe a estas alturas cuántos desempleados más habría en este país donde los pobres son cada día más pobres y la clase media está a punto de desaparecer, con lo que la brecha entre los ricos y los pobres crecería abismalmente.
La verdad es que en México tenemos un gordo problema que no se circunscribe precisamente a la apariencia del secretario, sino que tiene que ver con la falta de rumbo económico, políticas públicas acertadas y decisiones oportunas y eficientes; entonces sí Calderón ha propuesto adelgazar el aparato gubernamental tendría que empezar sin duda por la Secretaría de Hacienda.
salvador@salvadorcosio.org

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