Gobierno incapaz

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Ante la creciente ola de inseguridad pública que se ha dejado sentir en las últimas semanas, alcaldes del área metropolitana de Guadalajara han urgido a Emilio González para emprender acciones coordinadas contra el crimen y la delincuencia. Pero el inquilino de Casa Jalisco ha dicho que no, y revirado al declarar que son los ayuntamientos los responsables de la seguridad de los municipios, olvidando la responsabilidad que tiene el gobierno del Estado con la capital.
En este tema hay un diferendo sobre quienes opinan que un mando único policial sería lo mejor para la ciudad, y otros arguyen en contra. Mientras, en las calles siguen encontrando ejecutados.
Así, mientras los alcaldes le juegan al Juan Pirulero, los índices de robos van en aumento, sin merecer mejor comentario de Emilio González que su reconocimiento, y el subrayar que el incremento ha sido a partir de enero de este año, casualmente cuando los priístas recuperaron la mayoría de los municipios metropolitanos, mandándoles decir “es su bronca”.
La inseguridad es el talón de Aquiles de la administración federal, y quien pensara que Jalisco estaba exento, baste con ver el número de ejecutados tan sólo en las últimas jornadas.
Es lamentable que Jalisco se sume a los estados que han sido sitiados por los capos y la delincuencia, y que no exista una estrategia eficiente que garantice la seguridad e integridad de los jaliscienses.
Es a esa delincuencia a la que el gobierno estatal debe combatir, y no ensañarse con ciudadanos que ellos mismos han relegado al no brindarles las condiciones para consolidar una mejor calidad de vida, y que ahora tratan como delincuentes por el simple hecho de portar una franela y ganarse unos pesos acomodando o cuidando un carro.
Si bien es cierto que hay abusos y acciones delictivas en algunos casos, también lo es que hay quienes al no tener otra opción laboral, tienen que salir a la calle a ganarse el sustento diario; tal vez como lo hacen funcionarios encumbrados cuya condición les permite abusar del erario y cometer impunemente toda clase de arbitrariedades, sin que por ello dejen de ser delincuentes, pero con la característica particular de tener licencia para robar.
Gobernar no ha sido la tónica del Ejecutivo estatal, ni siquiera su aspiración, sino por el contrario, la práctica continua es cerrar los ojos y hacer oídos sordos y dejar que la inercia sea el indicador que evalúa el desempeño gubernamental.
La delincuencia crece y el estado minimiza sus alcances, es omiso y por lo tanto cómplice y responsable de lo que pueda pasar.
Es inadmisible pretender acostumbrarnos a vivir en medio del crimen y la delincuencia, como ciudadanos no debemos perder la capacidad de asombro y exigir de la autoridad el cumplimiento de su irrenunciable responsabilidad. ¿Qué son incapaces? eso ya lo sabemos, pero que por lo menos no busquen criminales donde no los hay.

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