Gobierno de membrete

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2008-09-27 • Acentos
Cada vez es más evidente que para hacer frente al problema de la inseguridad pública en el país se necesita “estatura” y altura de miras, atributos de los cuales adolece Felipe Calderón en todos los sentidos.
Es burdo mirar a Calderón enfundado en un uniforme militar que literalmente le ha quedado grande, como esperando que por ese simple hecho se cause temor a los delincuentes.
Felipe Calderón llegó a la presidencia de la república en medio del proceso electoral más cuestionado en nuestra historia reciente, por ello para mandar una señal de confianza y presentar cartas de aceptación entre los millones de mexicanos que no votamos por él, inició un todavía cuestionable proceso de extradición de capos cuyos nombres y apellidos representan a la élite del crimen organizado.
Después, anunció con bombo y platillo el despliegue de las fuerzas militares en puntos “estratégicos” del país, sobre todo en aquellos estados donde el crimen organizado había dañado sensiblemente el tejido social.
El programa “México Seguro” que llevó a los militares a las calles en un supuesto intento por frenar la escalada de violencia y que de repente desapareció al optar Calderón por otra estrategia para darse a notar: “Vivir Mejor”, tuvo momentos de franca irracionalidad, por ejemplo: con días de anticipación se daba a conocer en qué estado y en qué ciudad habría de iniciarse el operativo con el tiempo suficiente para que quienes de verdad operaban delictivamente salieran de esos lugares o ajustaran sus estrategias, algo a todas luces ilógico.
A consecuencia de sacar a las calles a la milicia, hubo una serie de abusos e irregularidades que aún no han sido aclaradas del todo, donde algunos militares incurrieron en actividades impropias de su encargo.
El gobierno federal ha sido ampliamente rebasado en el tema de seguridad pública, prácticamente se les ha salido de las manos, el hombre fuerte de Bucareli que hubiera enfrentado el problema con mayor sagacidad fue sustituido por un improvisado funcionario que nada ha hecho como responsable de la coordinación en el tema de seguridad.
Recientemente nos ha conmocionado el artero atentado terrorista en pleno zócalo de Morelia en un acto por demás desafiante a la autoridad federal, que lo más que ha hecho al respecto es ofrecer una cuantiosa suma de pesos a quien brinde información que conduzca a la detención de los responsables, al más puro estilo del viejo oeste; donde no había ley ni orden, donde la autoridad del más fuerte imperaba y donde, como aquí, el gobierno era sólo de membrete.
salvador@salvadorcosio.org

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