Fuera de órbita

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Uno de los temas recientemente aprobado por legisladores federales fue la creación de una agencia espacial mexicana, tema debatible, sobre todo cuando hay reformas trascendentes que no han podido ser aprobadas.
De inmediato, cual niño que quiere estrenar juguete, Emilio González levantó la mano y habló -sin que nadie se lo pidiera- a nombre de los jaliscienses para apuntarse con los terrenos para la construcción de la agencia espacial, ya conocida como Aexa. Seguramente a petición de sus doctos asesores, y después que éstos habrían analizado la trascendencia de la declaración de Emilio, con matrices de costo beneficio, análisis DOFA, pruebas ácidas, estimación de rating y hasta en escala de richter, optaron por también recomendarle que sacara la billetera y no le temblara la lengua para ofrecer dinero público.
Obediente como lo es, cuando sus “súper asesores” le dictan línea, Emilio buscó un escenario inédito (China) para un anuncio que hemos escuchado una y otra vez, y que en pocas palabras se traduce en entregar a su antojo el dinero de los jaliscienses, y nomás 100 millones comprometió para que Aexa tuviera presencia en el estado.
De concretarse la lunática ocurrencia de Emilio, no sería extraño ver, por un lado, los inadmisibles cinturones de pobreza en los suburbios del área metropolitana o comunidades y municipios donde no conocen el agua potable, los alcantarillados, el alumbrado público o los pavimentos, y muy cerca de ellos un complejo tecnológico donde desarrollen nanotecnologia, ensamblen dispositivos para naves espaciales, satélites artificiales o estaciones orbitales.
Algo que ha quedado claro es que Emilio insiste por todos los frentes y a costa de lo que sea en llegar al cielo; por la parte espiritual y religiosa, ya hizo su lucha e intentó pagar con dinero de los ciudadanos la construcción de un santuario. Pero encaprichado, busca ahora una solución más terrenal, y qué mejor que la construcción de una agencia espacial, donde tal vez hasta se pueda implementar una plataforma de lanzamiento que le asegure la posibilidad real de ir al cielo.
Molesta que Emilio González niegue dinero del erario para solventar carencias de primer orden, y sin embargo, cada vez que ve un reflector, lo usa para saludar con sombrero ajeno y para dilapidar recursos de manera oficiosa. No podemos negar que la inversión en infraestructura y desarrollo es positiva, pero sólo cuando se han atendido las principales demandas y carencias de una sociedad cansada de escuchar promesas y recibir solamente incumplimientos.
Un lugar fonéticamente parecido a la China es a donde millones de jaliscienses quisieran mandar a Emilio; por supuesto, sin gastos de representación, a costa del dinero de los contribuyentes, como los que dispone ahora que se encuentra en otras latitudes; ya no extrañan sus declaraciones, lo inusual sería escucharle hilar un par de coherencias. De antemano sabemos que desde hace mucho se encuentra fuera de órbita.

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