Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2011-10-08 • Acentos
Con cínica desvergüenza que destila fiasco, marrullerías y clientelismos rapaces, los legisladores federales incumplieron en la integración del IFE violentando lo dispuesto en los artículos 14,16, 35 y 41 de la Constitución Política ; así como 109, 110, 111, 112 y 114 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, lo que podría provocar nulidad de actos y natural desconfianza ciudadana.
Lejos de dotarle autonomía plena al hoy árbitro “mocho” del proceso electoral federal que inició ayer, los partidos políticos y sus cabilderos han deformado la concepción fundamental del IFE transformando su vocación original de órgano garante de legalidad electoral, en un botín que se reparten al capricho de intereses personales.
Le fallan al pueblo los órganos responsables de vigilar el cumplimiento de las normas electorales, porque quejas y denuncias con fundamento y motivación son recibidas y desechadas buscando el menor motivo, mientras irresponsables funcionarios públicos de todo nivel dilapidan dinero del erario para ilegalmente promocionarse hacia la siguiente chamba.
Existe temor fundado que dentro de tanto fiasco y caos originado por el capricho del gobierno federal de “mantener en guerra” al país y su evidente incapacidad por hacer frente al desorden provocado, dinero mal habido pueda fortalecer campañas y candidatos para buscar posiciones de privilegio y mayor impunidad, desde donde sin ningún pudor se aliente y proteja a criminales y delincuentes.
La encarnizada disputa de todos los días y a cualquier hora en plazas, centros comerciales, calles, avenidas, carreteras, estadios, casinos, escuelas, hospitales y demás espacios públicos, pudieran originar, como parece acontecer en Veracruz, Nuevo León, Tamaulipas o Guerrero, la peligrosa irrupción de grupos paramilitares que buscan hacerse cargo de lo que el gobierno no puede contener.
Jalisco no es la excepción porque no cesan las ejecuciones, ni la condiciones de inseguridad, a pesar del amplio despliegue de fuerzas de seguridad que han sido tan fallidas y desordenadas como el control y logística de los Juegos Panamericanos que iniciarán la semana próxima bajo un ambiente de turbación y desconcierto.
No es la justa atlética, mucho menos la falta de espíritu deportivo lo que causa molestia, sino el fiasco y caos de los organizadores que enlodaron con politiquería barata y remataron con pésima organización, despilfarro de dinero y fallida infraestructura, un evento que bien desarrollado habría significado un escaparate para mostrar al mundo lo mejor de los jaliscienses y no la pésima imagen de desorganización y tardanza que se da a los visitantes con estadios incompletos y una ciudad colapsada, desquebrajada, apática y desganada.
El debilitamiento de las instituciones, el incumplimiento de la ley, la incontenible inseguridad y el fracaso en el desempeño gubernamental, abonan a un clima de desorden generalizado, donde la constante es que no hay autoridad capaz de garantizar lo que protestaron cumplir y hacer cumplir, por lo que cada vez es mayor el clamor por candidatos ciudadanos que le respondan y rindan cuentas al pueblo y no a caciques y dueños de partidos políticos, que lo único que han hecho ha sido fomentar el fiasco y alimentar el caos.
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