Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2009-02-14 • Acentos
Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco, hombre probo de amplia suficiencia moral, quien se ha caracterizado por su irrenunciable espíritu emprendedor y altruista, ha sido consciente desde el inicio de su gestión de las necesidades y carencias de los jaliscienses.
Tal ha sido su cercanía con las causas más desprotegidas que de manera personal ha afrontado diversas circunstancias a fin de entender de manera directa la problemática social.
Desde pernoctar en humildes viviendas para vivir de cerca la penuria y departir el pan y la sal con la gente del pueblo, hasta arriesgarse en unidades del transporte público, o transitar por oscuras y peligrosas calles, incluso experimentar en una silla de ruedas, para entender las complicaciones de las personas con capacidades diferentes. Así de sensible se ha mostrado el gobernador.
Es de entenderse que las múltiples obras públicas que tan atinada y oportunamente se han iniciado no son como algunos malpensados lo han expresado, obras electoreras, sino consecuencia de un trabajo ordenado y programado que de manera involuntaria ha coincidido con el calendario electoral.
Destaca el gesto irrebatible de profunda conciencia social de su parte al haber impedido que los voraces empresarios transportistas lograran incrementar la tarifa del transporte, autorizando un subsidio por más de 248 millones de pesos, que aunque será pagado con dinero de los propios jaliscienses no será el usuario el que lo haga directamente, sino a través de sus impuestos, así por lo menos se disimulará y ni se sentirá.
En Jalisco no pasa nada. ¿Cuándo hemos escuchado de niños que se caen a los ríos y mueren? No ahogados, sino como resultado de las severas infecciones que contraen a consecuencia de la contaminación de las aguas.
En Jalisco no se apoyó con dinero del erario a diversas producciones televisivas nacionales, tampoco a cadenas internacionales de espectáculos y eventos musicales. Mucho menos se entregaron carretadas de dinero público para solventar gastos suntuosos, innecesarios y por demás superfluos.
El gobernador tuvo especial cuidado en cumplir y hacer cumplir la ley para garantizar en todo momento la laicidad del estado, ¿cómo pensar en atreverse siquiera a sugerir la donación de dinero de los jaliscienses para construir templos?
El Ejecutivo nunca ha perdido los estribos, mucho menos se ha presentado en estados inconvenientes en actos públicos y sería una grosería pensar que le haya mentado la madre a aquellos que no piensan como él.
En Jalisco no pasa nada. Hay seguridad, salud, mejor educación, bonanza en la economía, empleos suficientes, dignos y bien pagados.
En Jalisco no pasa nada, tanto así que la propia autoridad ha tenido que inventarse algunos conflictos internos, desacuerdos, obras electoreras y hasta mentadas, todo para por lo menos, no pasar inadvertido.
salvador@salvadorcosio.org
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