Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2010-09-25 • Acentos
Emilio González inició el segundo trienio mostrándose amoroso y complaciente con el joven pero experimentado alcalde de Tlaquepaque, a cuya asunción asistió presuroso, evidenciando el desprecio al primer edil de la capital del Estado. Hizo lo propio acudiendo a la toma de protesta de Enrique Alfaro, con quien ya había entablado un romance político.
A ambos les coqueteó hablándoles de las mieles del erario para finalmente utilizar la trampa y simulación no sólo para engañarlos, sino para mentirle a los ciudadanos y prometerles con la ligereza de su lengua, el cielo, la luna y las estrellas.
Obras son amores y Emilio ha demostrado que su amor es lo que en el lenguaje popular llaman “padrotear”. Voluble, traicionero y cobarde, como suele ser, ha dejado de manifestar respaldo a los presidentes municipales, dejándolos en las sombras para volcar su amor a su otrora adversario, Aristóteles Sandoval, a quien corteja de cerca y de la mano lo lleva a pasear con una venda en los ojos para después embrocarlo y dejarlo solo con la idea del ridículo tren de levitación magnética, que ilusamente soñaron con introducir al esquema de movilidad de la urbe tapatía. ¿Cuánto más le durará el amor y regresarán las sombras?
Igual pasó con la Universidad de Guadalajara, a la que apoyó acudiendo a sus marchas y mítines en su papel de entonces dirigente panista, viéndosele del brazo de su hoy antagónico Raúl Padilla, capo y cacique universitario, al que enfrenta cuando decide lanzar como cabeza de turco al ex rector Carlos Briseño Torres, a quien también le juró amor en su valiente cruzada contra la impunidad y el fariseísmo del autonombrado dueño de la universidad pública, para luego, de forma por demás cobarde, dejarlo al garete, a la sombra del capo y consintiendo que le masacraran sin ninguna misericordia.
Emilio tiene que probar que su jueguito bravucón no es una pose para que no le suceda lo que a Francisco Ramírez Acuña, quien de persecutor y señalante permanente de las tropelías de Raúl Padilla es ahora su más fiel aliado y comparsa, al grado que sus esbirros en el Congreso Local le promovieron un homenaje oficial magnificando su figura autocrática y aplaudiendo sus aportes a la cultura del cacicazgo, la impunidad y el clientelismo.
Emilio debe mostrar que tiene valor y el coraje suficiente para enfrentar a Raúl Padilla promoviendo una auditoría integral a la casa de estudios que ha manejado discrecionalmente casi 40 mil millones de pesos en los últimos siete años; dinero gastado en las empresas parauniversitarias que son el gran negocio que el capo Padilla preside.
Los recursos para la universidad deben ser entregados previa etiqueta legal para ampliar la matrícula y el nivel de la calidad académica, así como para incrementar la investigación superior y no para engordar los grandes proyectos personales de Raúl Padilla.
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