Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2010-09-18 • Acentos
Hay muchos pueblos mexicanos donde, por el número de casas y de habitantes, es muy común que existan altavoces desde donde se dan avisos a la población. “La bocina” la conocen en muchas localidades y no es raro escuchar mensajes como “ya salió el pan en la tienda del panadero” o “ya tiene tamales doña Juanita”. También es común escuchar avisos sobre festejos o cancelaciones de los mismos; en más de alguna ocasión se ha escuchado algo así como: “sí habrá bautizo, pero no fiesta, porque están velando al hermano del que van a bautizar”.
Algo así ha pasado con este tan llevado y traído festejo del Bicentenario. Por un lado, es el momento para enaltecer nuestros valores cívicos y patrióticos, remembrar a los héroes que nos dieron patria y libertad, reconocer que tenemos un pasado a partir del cual se ha construido lo que somos y, en general, avivar el sentimiento nacionalista; por otra parte, la pregunta obligada es ¿Qué hemos conseguido en estos 200 años - o menos, porque la consumación de la Independencia fue en 1821-? ¿Hay ánimo de festejo?
En la televisión vimos el zócalo de la ciudad de México y la avenida Reforma convertidos en un corredor donde se montaron toda clase de escenarios y desfilaron todo tipo de alegorías con motivo del Bicentenario. La población atiborró esos espacios, no obstante las diversas manifestaciones vertidas en medios de comunicación, redes sociales y hasta sectores del propio gobierno que sugerían ideas catastróficas. Pero también apreciamos la guerra por el rating en las televisoras, “no salga” –era el mensaje- “vea los festejos del Bicentenario con nosotros”.
Los festejos costaron miles de millones de pesos, contaron con espectáculos mandados a hacer en Australia, juegos de luces y proyección en tercera dimensión de ingeniería Alemana, un espectáculo de fotografías que se proyectan sobre monumentos ideado por franceses y un monumento que tendría cuarzo del Brasil y acero de Italia, ¡vaya Independencia!
¿Cómo festejar cuando no tenemos condiciones para hacerlo? No hay seguridad pública, no hay empleos, no hay avances en educación, hay retrocesos en salud, no crece el turismo, la economía no se recupera, bajamos en competitividad y en general estamos en un profundo estancamiento.
¿Cómo festejar cuando en lo que va de este régimen han acontecido unas 30 mil muertes? ¿Cómo hacerlo cuando 30 millones de compatriotas apenas alcanzan para comer y más de 50 millones son pobres? ¿Cómo tener ánimo festivo cuando en cientos de ciudades del país los muertos son noticia de todos los días?
Mientras que en el Bicentenario se derrocharon enormes cantidades de dinero, en municipios del Sureste mexicano, azotados por las condiciones meteorológicas, miles o millones de ciudadanos no tienen nada que comer, perdieron sus casas, cosechas y pertenencias, ¿tendrán algo que festejar?
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