El todo poderoso: ¿Hasta cuando?

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Enrique Alfaro Ramírez quien a fuerza de trabajo y tesón se ha construido un nombre propio en la vida política del Estado de Jalisco, hijo del no menos ilustre Enrique Alfaro Anguiano quien entre otros tantos meritos destaca por haber sido rector de la Universidad de Guadalajara, tiene los arrestos necesarios y los demostró así al haberse desmarcado del “yugo” que ejerce Raúl Padilla López, como él mismo lo señaló al denunciar una serie de manipulaciones y chantajes producto de una intromisión que al interior del ayuntamiento de Tlajomulco de Zúñiga, realiza el fáctico líder del “grupo universidad” como lo citan diversas fuentes.
Alfaro Ramírez, de ascendente trayectoria en el PRI quien orillado por diversas circunstancias decidió emigrar hacia el PRD en la búsqueda de espacios que le permitieran un mejor acercamiento con la sociedad y la posibilidad real de encabezar un nuevo rumbo para los ciudadanos de Tlajomulco de Zúñiga, consiguió en 2009 con talento y esfuerzo propio un triunfo histórico para el perredismo de Jalisco, que pronto incitó los más oscuros intereses y voracidades de poder por quienes se han adueñado de ese partido.
Con atino, Alfaro ha dicho lo que muchos por temor o cobardía han callado; “En las últimas dos décadas, los jaliscienses han sido testigos de los afanes de poder de Raúl Padilla. Su modus operandí ha consistido en intentar cercar y secuestrar varias organizaciones e instituciones públicas locales, incrustando a sus incondicionales en posiciones estratégicas de control político y financiero.”
“Bajo el velo de la promoción cultural y la renovación académica, Padilla López ha construido redes de complicidad para convertirse en factor de decisión de la vida pública de Jalisco”.
Y es que ante la evidencia no cabe la menor duda de lo señalado por Enrique, un joven presidente municipal que quiere responderle a su pueblo y en obviedad de circunstancias no esta dispuesto a permitir un poder de facto en ese municipio.
El gobierno cualquiera que sea su ámbito, precisa libertad en la toma de decisiones y no conducirse al amago de yugos o lastres que le impidan dar los resultados a que se comprometió.
Ciertamente Alfaro ha sido valiente al encarar a quien según él, le solicitó más del sesenta por ciento de los puestos administrativos en el gobierno municipal, pero más aún, tendrá que ser conciente que lo que sigue, no será sencillo, pues la fiera herida dará de patadas y vociferará al tiempo que dejará sentir todo el peso de su aparato incondicional para obstaculizar el trabajo, desempeño y buen nombre de Enrique Alfaro.
Ya lo hizo con el Rector Carlos Briseño (q.e.p.d.) de memorable recuerdo, quien también en un fallido intento por democratizar a la Universidad de Guadalajara sufrió el embate artero, cínico y mañoso de Raúl Padilla, quien insiste en patentarse como “dueño” de la Universidad de Guadalajara y otorgar franquicias de la misma a sus principales incondicionales para fortalecer una red de complicidades que luego vende al mejor postor.
El cacicazgo debe terminar en beneficio del bien superior de los ciudadanos, no puede ser más un solo hombre el que detente el poder y lo mueva a su antojo porque piensa que hacerlo así es lo mejor; la sociedad en su conjunto ha evolucionado y no puede ser rehén de ideologías particulares ni ópticas personalísimas.
Hace bien Enrique Alfaro al desmarcarse así de Raúl Padilla, pero tiene que ser de tajo y de raíz porque de lo contrario solo sería una simulación, sin embargo hay una buena percepción entre la ciudadanía en que así será.
Hay quienes catalogan a Raúl Padilla como “el todo poderoso”; la pregunta es ¿hasta cuando?

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