El tamaño... el tamaño sí importa

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Ante la brutal embestida que delincuentes y criminales han atestado a los desordenados intentos de Felipe Calderón por frenar la inseguridad, la evidencia del fracaso e incapacidad para gobernar y preservar el Estado de derecho es cada vez más contundente. Las tibias estocadas con las que el gobierno responde a los imparables actos criminales dejan ver a un Calderón más pequeño que su propia constitución física, aconchándose tras discursos y palabrerías.
No se ve al presidente porque hasta los estrados le han quedado grandes. Su estatura como primer mandatario, legitimada en la forma más no en el fondo, no le alcanza para erguirse y encabezar una verdadera cruzada que le regrese a los mexicanos la confianza y la seguridad. Le falta aplomo y casta para reconocer que se ha equivocado, talento y dotes de estratega para encauzar el rumbo y grandeza para estar a la altura de las circunstancias y demandas de la sociedad.
Del tamaño del miedo es la imposibilidad del Ejecutivo para esbozar un viraje a su fallida estrategia contra la inseguridad y para darle rumbo a su endeble gobierno. Hace un par de días hizo pública la llegada de su cuarto secretario de Gobernación, con lo que es muy claro el mensaje a la sociedad: urge una recomposición gubernamental.
Pero Calderón se equivoca de nuevo y nombra a un personaje cuya principal virtud y pecado es que se trata un desconocido en una posición que exige a un reconocido y legitimado interlocutor que tenga la presencia y credenciales suficientes para presentarse frente a los actores nacionales sin necesidad de que al final de la cita le pregunten ¿disculpe secretario, cómo me dijo que se llama?
Haciendo un recuento de quienes han pasado por Bucareli en este sexenio, tenemos primero a un ex gobernador “duro”, quien llegó más por compromiso que por decisión presidencial, no le alcanzó el tiempo para ejercer plenamente sus funciones y su actuar no fue del agrado de Calderón; después un joven e impetuoso alfil del presidente que no pudo manifestar sus habilidades ya que se pasó defendiendo su carrera política y desmarcándose de ilegales asociaciones; lamentablemente, se truncó su vida en un accidente aéreo. Después, Calderón opta por un prominente y connotado abogado, quien resultó mejor comerciante político que litigante, al dejar descubiertas las polémicas alianzas partidistas entre “espurios y legítimos”.
Una vez más, Calderón deja entrever su tamaño como político y gobernante, ya que el mérito más importante en la carrera del hoy secretario de Gobernación ha sido ser comediante y humorista, como lo recuerdan sus compañeros de bancada en la cámara federal, por lo que quizá ahora su mínima estatura política sólo le alcance para ser el bufón presidencial.

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