Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2008-11-08 • Acentos
La crónica de una anunciada victoria electoral sobre el republicano John McCain fue la que protagonizó el hoy presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, el 4 de noviembre. El 20 de enero, Obama se convertirá en el primer presidente de origen afroamericano en despachar desde la Casa Blanca , un triunfo de la democracia y una expresión contundente de los nuevos tiempos.
Martes negro aquí y del otro lado de la frontera Norte; con acentuados matices, allá de festejo, aquí de luto; allá de esperanza, aquí de tragedia.
Por primera vez en 20 años, los ciudadanos estadunidenses decidieron entre un candidato que no tuviera una línea directa con los Bush o con los Clinton. Rompiendo tabúes que otrora eran inconcebibles, Obama ganó dos a uno los colegios electorales y, aunque no con la misma contundencia, superó a su contrincante republicano en el voto popular.
Al cierre de la mayoría de los centros de votación se podía ver a negros y blancos festejar la evidente ventaja del candidato demócrata, máxime en ciudades como Illinois o Washington donde la obamanía causó tumultos, cierre de avenidas y fiestas que se prolongaron hasta el día siguiente.
Martes negro en México, porque una vez más se laceró al Estado, una vez más a través de los medios de comunicación que interrumpieron la programación vespertina habitual de radio y televisión el país se conmovió con la noticia de la repentina muerte del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y otros funcionarios del gobierno federal.
Lejos de especulaciones, la tragedia enmudeció al gobierno federal, conmocionó la opinión pública y vulneró la capacidad de nuestras instituciones.
México atraviesa la crisis más grave de inseguridad pública desde la Revolución ; el Estado no ha sido certero en su política de seguridad, el crimen organizado avanza sin conceder ni retroceder. Por cada paso que da el gobierno, la inseguridad avanza en dos o tres más.
The Washington Post o The New York Times dedicaron menos de media cuartilla al accidente en que murió el “ministro del Interior”. Sólo nos resta reflexionar sobre la importancia de nuestro país en Estados Unidos; si bien es cierto que la noticia allá se llamó y se llama Barack Obama, también es cierto que la relación bilateral ha sido así, de luces y de sombras, somos importantes para ellos sólo en la medida y en las condiciones que ellos mismos imponen.
Obama no sólo representa la esperanza de un mejor futuro para los estadunidenses —las expectativas son enormes—, también deberá mirar hacia abajo y darse cuenta que el Sur existe; no para resolver nuestros problemas, primero que resuelvan los suyos, pero sí por lo menos para que esta inevitable vecindad no sea como hasta hoy de notables claroscuros y de diferentes tonalidades.
salvador@salvadorcosio.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario