Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2009-03-14 • Acentos
Todavía no arrancaba oficialmente el Macrobús, cuando ya había sido protagonista de dos o tres accidentes durante los recorridos de prueba. Desde entonces se avisaba que su puesta en marcha no sería del todo boyante.
El gobierno del estado se las arregló para convencer a Felipe Calderón de venir a inaugurarlo oficialmente, aún cuando anteriormente habían dicho que sería el domingo 8 de marzo, coincidentemente el día de las elecciones internas panistas.
A media semana y con un impresionante dispositivo de seguridad, que es necesario apuntar, porque como dicen en el rancho, “el tamaño de la pistola es el tamaño del miedo”. Felipe Calderón llegó a Guadalajara para dar el banderazo formal al Macrobús, tres horas después, también se estrenó el primer accidente “oficial”, el saldo: catorce heridos. Al día siguiente, ocurrió otra circunstancia desafortunada donde fue lesionado un adulto mayor. Entonces las notas ya no fueron la inauguración, ni las supuestas bondades del transporte, sino las consecuencias incidentales que marcaron el inicio de sus operaciones.
La voracidad del gobierno estatal, de la mano de las ambiciones de los empresarios transportistas a quienes se les entregó la concesión del sistema articulado, motivaron la omisión de una serie de previsiones que debieron tomarse con anticipación, para evitar en la medida de lo posible lo que ya ocurrió.
La prisa por lucrar con lo que es sin duda el negocio del sexenio, ha conducido a graves faltas, que de no atenderlas con puntualidad podrían provocar consecuencias funestas.
La sincronía de las puertas del Macrobús con los accesos de entrada y salida de las estaciones es deficiente; el espacio entre la unidad y el piso de la estación para abordar o descender no está calculada de manera precisa, por lo que en un descuido del conductor alguien podría pisar en falso y quedar atorado. Eventualmente las puertas abren y cierran sin necesidad aparente, en general el sistema es deficiente.
Aunado a lo anterior, no existe en este momento una señalización clara que indique a los usuarios las rampas de ingreso y salida de las estaciones, los semáforos ubicados en los cruces aún no funcionan, las zonas de cruce peatonal no han sido definidas, así como tampoco los accesos y preferencias para las personas con capacidades diferentes y los señalamientos de orientación para los vehículos que transitan por la misma ruta son literalmente inexistentes.
El resto del arroyo vehicular adyacente al carril confinado se encuentra en pésimas condiciones, las banquetas inconclusas y el alumbrado público sólo se ha cambiado en algunos tramos.
Todo lo anterior es un claro ejemplo de las obras de relumbrón que tienen que hacerse e inaugurarse donde la foto salga mejor, sin importar el resto.
Ya lo dijo Emilio con todas sus letras, él ya no piensa en ésta ruta del Macrobús, sino en la segunda o tercera, misma que seguramente habrá de negociar al mejor postor, porque al hacer cuentas habrán llegado a la conclusión de que efectivamente el Macrobús no es la solución para los problemas de vialidad en la zona metropolitana, pero sí un lucrativo negocio para él y sus demás cómplices.
salvador@salvadorcosio.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario