El Juego de Juan Pirulero

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Sin duda que Jalisco es el estado donde “no pasa nada” y donde nada pasará de continuar el mediocre desempeño que han mostrado los actuales gobernantes.
Todo mundo sabe que en Jalisco el dinero público de derrocha por pacas y se usa para financiar proyectos privados, pero no pasa nada.
Aquí mueren por caer en aguas contaminadas de ríos, pero no pasa nada.
La epidemia de dengue y de influenza que azotó al estado, seguramente nunca aconteció, porque una vez más, en Jalisco no pasa nada.
¿Dónde quedó la promesa de los legisladores por reducirse el sueldo?, en nada; ¿donde la austeridad en las nóminas?, cuando nos damos cuenta que en vez de adelgazar el aparato burocrático, se hace cada vez más obeso.
¿En qué terminó el compromiso por fortalecer al SIAPA con personal técnico y calificado?
¿Por qué tiene que obligar una autoridad jurisdiccional federal al Congreso del Estado para que rinda cuentas y transparente el destino de los recursos públicos en partidas que manejan con oscurantismo y opacidad?
Pero más aún, ¿qué pasa con la coordinación interinstitucional, donde están los acuerdos, donde el compromiso por impulsar juntos el desarrollo y crecimiento de los municipios y del Estado?
Es evidente que alcaldes metropolitanos, Gobierno del Estado, Congreso y Poder Judicial tienen prioridades diferentes y manejan agendas distintas, cuando lo ideal sería la construcción de una verdadera agenda común que beneficiara a todos.
Sin embargo, los alcaldes no se ponen de acuerdo ni entre ellos mismos para priorizar las obras metropolitanas, es más ni siquiera han coincidido en la integración y delimitación del área metropolitana.
El gobierno estatal hace lo posible por evitar la coordinación de los alcaldes y con la fuerza del presupuesto orienta prioridades y obliga a la negociación y a la tardanza de los acuerdos para después culpar de pasividad e inoperatividad a los ayuntamientos, en pocas palabras “echarles la bronca” por lo que han dejado de hacer.
No han sido capaces de asumir la responsabilidad que en el ámbito de sus competencias les toca, hay un empecinamiento por hacer las cosas de manera particular y a modo de las circunstancias y expectativas ya sea de los alcaldes, del Congreso o del gobierno estatal.
Preocupa sobremanera el ridículo desempeño legislativo que se ha estancado en dos temas, uno a todas luces populista y que intenta llamar desesperadamente la atención justificándose con una problemática social real, que existe y es latente, pero cuya solución nada tiene que ver con cerrar antros, cantinas y bares a más temprana hora como parece ser el fondo de la propuesta y la otra que pretende burdamente castigar con cárcel a los padres de familia que mal alimenten a sus hijos.
En síntesis, no existe una agenda común por Jalisco, no hay compromiso por fortalecer el crecimiento y desarrollo del Estado, cada orden de gobierno tiene prioridades diferentes, no hay consensos, no existe organización, la irresponsabilidad es la constante y las culpas se reparten al por mayor cual si se tratara del juego de Juan Pirulero, donde cada quien atiende su juego y cada que algo sale mal no importa, porque en Jalisco no pasa nada.

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