Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2008-04-12 • Acentos
Después de una intensa campaña en medios donde fue claro el propósito de encauzar y seducir la opinión de la sociedad hacia la creencia de una imperante necesidad por rescatar el “tesoro de todos los mexicanos, enterrado en el fondo del mar” y con la insistencia del coordinador de los senadores priistas, quien urgió al presidente Felipe Calderón para que presentara su propuesta de reforma energética, el martes pasado se concretó, ante la despistada atención de la secretaria de Energía, Georgina Kessel, quien no ha sabido erigirse como interlocutora oficial frente a los distintos actores que convergen alrededor de dicha reforma, después del fallido intento del secretario, Juan Camilo Mouriño, cuya insuficiencia moral le costó dejar ese tema por la paz.
Aquella orquestación que continuó con un mensaje del presidente en cadena nacional donde resumió en seis puntos el contenido de su propuesta, se ha salido de control, y no puede ser de otra forma, cuando no existe la capacidad ni la voluntad política para coincidir, para construir.
La polarización de las ideas con respecto a este tema, que efectivamente es de la mayor relevancia y trascendencia para todos los mexicanos, en buena medida se debe a la carencia de tacto político del gobierno federal, a esa necedad por creer en razones absolutas, a su empeño por mediatizar entes que consensuar con las distintas fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión , ya no inexperiencia ni falta de conocimiento, sino una desmedida unilateralidad en sus actos y propósitos.
La debilidad de los argumentos que sustenta la propuesta de reforma energética no hace más que evidenciar lo que es obvio, el desorden; es lamentable ver cómo la secretaria Kessel se ensimisma ante sus propios dichos y actos, se pierde entre los reflectores de las cámaras y sólo atina a comentarios vagos que no materializan una idea concreta, un proyecto en forma, ni siquiera un concepto clave.
También fallaron los cabilderos del presidente, quienes apostando en lo que a todas luces parece un oscuro acuerdo con el PRI para sacar adelante la reforma antes de que concluya el periodo ordinario de sesiones, olvidaron que existen otras representaciones, otras voces, otras ideas que dentro el marco de nuestra aún incipiente democracia tienen valor y sobre todo voto. No es entonces estar a favor sólo por ser simpatizante o militante del PAN o estar en contra por no serlo; es abordar el tema, discutirlo, analizarlo, involucrar a todos los protagonistas y replantearlo si es necesario.
La reforma energética es importante porque representa las bases del futuro que los mexicanos le queremos destinar a la explotación de los hidrocarburos principalmente, entonces, el tema no es si la reforma va, sino ¿cómo va?
Y tanto que se quejaban los hoy gobernantes del autoritarismo y de la unilateralidad de las decisiones de sus antecesores, ¿para qué? para hoy hacer lo mismo, incluso con creces.
Pero eso de preferir legislar en los medios y adoptar posturas unipersonales en las decisiones que repercuten en la sociedad no es exclusivo del Ejecutivo federal, a nivel local destaca por sus mismas características el gobernador Emilio González, quien entre donativos y más donativos se ha ganado a pulso el repudio de miles de jaliscienses católicos y no católicos.
Se ha hecho común —y es lamentable que así sea— escuchar cómo el gobernador destina el dinero público, que es de todos, hacia muy diversos destinos que nada tienen que ver con el desarrollo ni el progreso de Jalisco, al igual que a nivel federal, las justificaciones de estas decisiones equivocadas no satisfacen a nadie, al igual que a nivel federal, los actos son unilaterales, igual que allá, aquí también la constante es la falta de rumbo, de un proyecto definido; todo lo quieren ver en función de un interés político a corto plazo, ¿quién sabe si aquí en Jalisco, tanta dádiva y comedimiento no sea más que el pago de favores pendientes o peor aún el anticipo de facturas adelantadas?
No resulta muy lógico “invertir”, como lo han llamado, en otras cuestiones; olvidando por ejemplo el saneamiento de la Cuenca del Ahogado; o en obras prioritarias de salud pública, sólo por mencionar un rubro.
El capricho por encima de las sentidas demandas de la sociedad es lo que mueve a estos gobernantes, su protagonismo y su falta de capacidad para ver más allá de sus intereses personales, hoy pagan con dinero que no es de ellos y deciden por los demás.
El beneficio de la duda ya terminó, a nivel federal son ya siete años y fracción, mientras que aquí en Jalisco, vamos por los catorce; entonces o se trata de unos gobernantes que muy a pecho se tomaron eso de “echando a perder se aprende” o verdaderamente son como insisten en demostrarse ellos mismos, ciegos o miopes, o absurdos o cínicos, o todos esos adjetivos juntos.
Muchos de los que ahora cobran en el gobierno del Estado, no son nuevos en esto; como tampoco nuevos sus intereses. Aquí en Jalisco, el segundo de abordo aprendió bien, y hoy con sus falsas asesorías que más bien son mangoneos con propósitos personales, demuestra lo que ya sabíamos, que sus banderas de honradez y honestidad sólo eran como el spot en radio y televisión previo a la iniciativa de reforma energética; pura palabrería, que se oye bonito, pero en el fondo no es real.
salvador@salvadorcosio.org
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