Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2010-08-14 • Acentos
Con el paso de los meses se ha hecho más evidente un acentuado distanciamiento entre los alcaldes metropolitanos y el gobierno estatal. Incluso obviando las entendibles diferencias partidistas y las personales ópticas de los presidentes municipales y la folclórica del gobernador, es inadmisible que sus contrastes ideológicos mantengan estancado el desarrollo del área metropolitana.
Al no haber entendimiento ni capacidad de diálogo político en ninguna de las partes, la simulación ha terminado por ser la característica de las innumerables reuniones de “coordinación” donde las autoridades municipales y estatales dicen comprometerse en el papel, más no en los hechos, de ahora sí avanzar en temas que son comunes en la metrópoli.
Los ciudadanos no tienen la culpa de la falta de pericia política de sus gobernantes, ni tampoco les importan sus broncas particulares. El ciudadano lo que exige son mejores servicios públicos, mayor y mejor infraestructura y, en general, mejores condiciones en todos los rubros que son responsabilidad del sector público.
Ya basta de que haya más baches que vialidades; ya no es permisible la ausencia de una estrategia coordinada de mejoramiento y mantenimiento urbano, de movilidad integral, de seguridad pública, de salud, de educación, de promoción turística y cultural, de obra pública. Señores alcaldes, van ocho meses de su gestión y ustedes ¿dónde están?
En Guadalajara hay que dejar de andar paseando el copete engominado por las colonias, repartiendo autógrafos y mejor hay que atender con hechos concretos las demandas de los ciudadanos.
En Zapopan, debe importar más el peso del gobierno, su desempeño y la atención hacia las verdaderas prioridades, que el peso corporal del alcalde. En Tlaquepaque falta despegar e iniciar obras que beneficien con mejores servicios públicos a las colonias populares y no sólo creer que el hecho de repetir en la alcaldía es lo más relevante de ese gobierno.
En Tlajomulco hay que pasar de los reflectores a las acciones contundentes de gobierno. Mientras que en Tonalá hay que encontrar primero al presidente municipal y recordarle que fue electo para gobernar un municipio y no para delegarle esa responsabilidad a sus familiares.
Al gobierno estatal ya lo perdimos desde hace años, sin embargo, es el impulso de los presidentes municipales lo que debería significar el cambio que los ciudadanos exigen, y nadie ha cumplido.
Caso contrario a cumplir con el ciudadano, los nuevos gobiernos se han distraído en tirar culpas por todos lados, en idealizar una futura aspiración y en soñar en muchos de los casos con despachar desde Casa Jalisco, cuando el mejor camino para trazar una línea recta hacia ese lugar es realizar un trabajo continuo, de beneficio general, atendiendo las necesidades colectivas y resolviendo los problemas de la población.
Irónico, entonces, que ante la falta de cumplimiento de las demandas sociales se quiera castigar ahora con incrementos que prometieron no habría, pero que ahora encubren en una insuficiente justificación que a nadie convence y que pega como siempre a los más desprotegidos. El aumento a la tarifa del agua potable es una burla frente a un SIAPA obeso, burocrático e ineficiente y con exceso de personal, absurdamente sobrepagado en comparación con otros sistemas que son mucho más eficientes con menos recursos y menos personal.
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