Circo, maroma y teatro

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Cineastas de la talla de Steven Spielberg o George Lucas parecerían novatos al lado de los estrategas del gobierno federal y de las fuerzas castrenses, quienes desde que Calderón declaró la guerra al narcotráfico sólo se han significado por montar fastuosos operativos para tratar de legitimar un gobierno en entredicho e influir en la percepción ciudadana; objetivos que no han logrado a pesar de sus espectaculares montajes, porque al final de cuentas la sociedad los asume en su justa dimensión: ficción y simulación.
Ni en “el campo de batalla”, mucho menos en los medios o en el imaginario social, lleva el gobierno la delantera en esta guerra no pedida que se pierde todos los días.
Montar un show como en el que presuntamente resultó muerto Nacho Coronel no habla de una estrategia común entre los niveles de gobierno, porque aquí en Jalisco nada sabían al respecto, al grado de que el propio Procurador de Justicia ha afirmado que no había motivos para investigar a Coronel, por lo que seguramente actuaba en la total impunidad, aun cuando sí hay evidencia concreta de su relación directa con sicarios que ejecutaron por lo menos a dos individuos en Guadalajara, misma que ha sido documentada en varios medios.
Es irracional creer que si este personaje era buscado por la DEA, el FBI e incluso tenía una orden de aprehensión en el Distrito Federal, no hubiera aquí en Jalisco alguna prevención sobre él.
Entonces significa que Coronel paseaba impunemente por la ciudad, mantenía un bajo perfil como empresario y su presencia era conocida por las autoridades, quienes eran cómplices de su encubrimiento hasta que decidieron montar el circo en el que “dicen” murió, suspicacia que crece porque su cuerpo no fue visto y el hermetismo total fue la constante en un montaje que movilizó la artillería militar cual si se tratara de atrapar a toda una banda criminal, cuando únicamente era un hombre, que sin tantos aspavientos hubieran detenido en los lugares que frecuentaba sin haber desviado tanto la atención y haber publicitado su muerte por todos los medios masivos de comunicación.
Lo que sin duda existe es una cadena de complicidades que debería hacerse pública y dar a conocer la supuesta narco nómina que encontraron en la computadora personal de Coronel para saber qué autoridades, empresarios, políticos o clérigos están inmiscuidos en negocios turbios.
La pregunta es ¿en qué manos quedó esa información?, ¿a quién beneficia, a quién perjudica y con qué interés puede ser usada para amagar o para denunciar?
Pero si de complicidades se trata, el ejemplo más claro se llama Servando Sepúlveda, quien junto con otros funcionarios corruptos del Ayuntamiento de Guadalajara, se han confabulado con una empresa para la irregular compra de 480 chalecos antibala que no cumplen con la norma de seguridad internacional vigente, ni siquiera la anterior, lo que pone en peligro la vida de los policías tapatíos.
¿Por qué solapa la autoridad municipal esta flagrante irregularidad? o de qué tamaño será el compromiso con Sepúlveda y su empresa de seguridad privada para que el alcalde tapatío se ciegue y ensordezca ante este tema.
Los legisladores priístas tienen la obligación de impulsar una investigación para que este caso sea investigado por la Comisión de Seguridad Pública y la Auditoria Superior de la Federación.

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