Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2010-01-09 • Acentos
Sin duda, uno de los temas torales para 2010 será el desempeño de la próxima Legislatura en torno a la nueva geografía política de Jalisco. La composición del Poder Legislativo se antoja de contrapeso frente al Ejecutivo y de aparente acercamiento con el Judicial, quien pudiera aprovechar la coyuntura para destacar frente al protagonismo anquilosado de los otros dos poderes.
Aún no es 2012 pero priístas y panistas aprovecharán cada foro y cada espacio para ensalzar sus acciones y demeritar las otras, en la constante búsqueda de mejores posicionamientos y de toma de control de las nóminas públicas para comprar clientelismos y pagar lealtades.De esta manera, al interior de los partidos los grupos se reacomodan y las negociaciones se pactan a la vera de un común denominador que, aunque pareciera distante, cada vez esta más cerca: 2012. Ante dichas circunstancias, se corre el riesgo de padecer una parálisis legislativa y de utilizar una curul como trampolín de lanzamiento hacia otras posiciones.
A la fecha, los partidos políticos no han sido claros en su plataforma legislativa, ni en los proyectos prioritarios para Jalisco, los planes y programas no dejan de ser nutridas recopilaciones de buenas intenciones que no tienen sustento ni viabilidad jurídica.
Es plausible la llegada de jóvenes legisladores, que sin duda son el relevo generacional de una clase política que se extingue. Sin embargo, el riesgo de la improvisación es latente y crece en detrimento del desarrollo del Estado: serán los primeros obligados en demostrar buenos oficios y capacidad para no dejar que los muy experimentados, que también llegarán, conformen la agenda y la prioricen no a favor de los intereses legítimos de los jaliscienses, sino en sus personalísimos propósitos orientados muchos desde oficinas partidistas. Deberá esta legislatura sacudirse el estigma de transición hacia una elección gubernamental, pero también el lastre de la inoperatividad jurídica y desaseo económico y administrativo que caracterizó a la legislatura que se va.
Temas de primer orden que tienen que ver con la seguridad jurídica de los gobernados, con sus garantías y con el acceso a mejores esquemas de protección social, aunados al impulso a la transparencia y rendición de cuentas de las entidades públicas, a la reforma de leyes opacas y a la creación de normas que regulen las nuevas prácticas sociales, serán indicador del desempeño de los nuevos diputados.
Se debe iniciar con el reconocimiento de que legislaciones en materia de salud, educación, seguridad pública, medio ambiente, desarrollo y competitividad, entre muchas otras, se encuentran rebasadas y a la fecha son letra muerta para una sociedad convulsionada entre el crecimiento demográfico y la carencia de normas que regulen las actividades derivadas del natural proceso de desarrollo en la sociedad.
Dignificar la tarea legislativa inicia con la aceptación de una responsabilidad frente a los representados, con el seguimiento y atención de las demandas populares, con el cumplimiento de la palabra empeñada y con el logro de resultados que se traduzcan en mejoras para la sociedad.
No más legisladores de membrete que subyacen bajo el imperio de una fracción dominante, ni alineados aún en contra de sus propias convicciones; se puede ser institucional sin perder el sentido y la vocación social, pero sobretodo se puede ser un mejor servidor público y no un burócrata amarrado a una curul y atrincherado detrás de un escritorio.
No puede seguir siendo el desorden la constante. Las expectativas son altas y van a la par de las urgentes necesidades de la sociedad. Los electores vigilarán con lupa el desempeño legislativo y el 2012 en el que ya todos piensan no será solo un año de procesos electorales, sino también de premios y castigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario