De Payasos y Valientes

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Al declarar que no buscará la candidatura del PAN a la Presidencia de la República, Emilio González Márquez exhibe torpeza e ignorancia, ya que nuestra Carta Magna se lo impide en sus artículos 55, 58 y 62 donde claramente se establece que los gobernadores de los estados no podrán ser electos diputados federales o senadores durante el periodo de su encargo.
Es una payasada que González Márquez haya reculado a su aspiración presidencial, aún después de las bravuconadas de dientes para fuera con que encaró esta posibilidad a la que declinó no en un gesto de reconocimiento a la ventaja que le llevan los demás aspirantes, sino de su incapacidad para mostrarse creíble ante la sociedad.
Fue el fin del utópico anhelo presidencial de un mirmidón que no ha sido serio, ni ha sabido gobernar, porque su gestión no se ha significado por la obra pública, ni por la solución a los problemas de los jaliscienses, sino por el indiscriminado derroche del erario a favor de sus intereses y pretensiones personales, circunstancia que a la sociedad le causa asco, repulsión y hartazgo. A lo más que pudo aspirar en su quimera presidencial es a ser conocido por sus dislates, la mentada de madre y por la payasada de haber vociferado que era el único que podía ganarle a Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.
Hartos de la falta de resultados positivos, de que partidos y gobiernos soslayen el clamor popular y la sentida exigencia ciudadana de gobiernos comprometidos con las demandas sociales, hay repudio generalizado contra quienes han defraudado la confianza del pueblo.
Los partidos políticos están rebasados y secuestrados por mezquinos intereses y poderes fácticos supeditados a la irracional obediencia de quienes se autoproclaman “líderes morales” e imponen a costa de quien sea su visión personalísima, despreciando principios, estatutos, plataformas y programas de acción de los institutos políticos.
Mentiras, poses, simulación, demagogia y clientelismo electorero son las ofertas de los partidos y sus candidatos, quienes en campaña buscan desesperadamente el acercamiento con el ciudadano, para después desconocerlo, negándole audiencia, atención y soluciones, porque no es con los “lunes municipal” o “miércoles ciudadano”, como se resuelve la problemática social, sino con actividad real, constante y efectiva.
Ante la actual crisis de resultados, es necesario que el gobernante se someta al escrutinio público para que el ciudadano decida si debe o no continuar en el cargo para el que fue electo, que no sea con informes hechos a modo, anuales, semestrales o cuatrimestrales, como se trate de justificar el desempeño, sino con un ejercicio de dos vías que abone a la cultura de rendición de cuentas y participación ciudadana.
En Tlajomulco de Zúñiga, el gobierno municipal se pondrá a prueba de manera inédita y dará ejemplo a sus pares en todo el país de los arrestos y valentía que debe tener un gobierno que le ofrece al pueblo la oportunidad de evaluar su desempeño y ratificarle o negarle su confianza a través de una consulta pública, mediante voto directo y secreto. Pese a las críticas, la altura de miras de Enrique Alfaro es la diferencia entre las payasadas de algunos y la valentía de otros.

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