Cucara macara

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona

Improvisados mercantes de un utópico “cambio” que nunca llegó, los panistas arribaron abanderados bajo el lema de la honradez, prometiendo el oro y el moro, con sus “manos limpias”, que pronto se atascaron de podredumbre, y sus “caras nuevas”, que hoy todos reconocen por sus excesos y corruptelas.
Despotricaron contra todo lo que no fuera del color del “manto de la virgen”, escupieron hacia arriba y denostaron 70 años de progreso y consolidación de instituciones, vapulearon con saña muchas honras y prestigios, mientras convirtieron los puestos públicos en gerencias de alta dirección al servicio de sus socios y patrocinadores.
Vicente Fox, accidente de la política, personaje tal vez carismático y boquiflojo, pero sin decisiones propias, siempre bajo la sombra de la influyente Martha quien gobernó de facto y usó su poder para que sus vástagos se enriquecieran.
Felipe Calderón, quien llegó sin legitimidad y con la duda a cuestas tras una reñida y cuestionada elección, protagoniza e impulsa la violencia e inseguridad que azotan al país, producto de una fallida y empecinada “estrategia” que ha cobrado 40 mil muertes “oficiales”.
Durante casi doce años de panismo en la Presidencia de la República, hemos retrocedido en la mayoría de indicadores de progreso y desarrollo, vamos hacia atrás en calidad de vida, sueldos, poder adquisitivo, empleo, oportunidades y competitividad, mientras rubros como corrupción, inseguridad e impunidad siguen a la alza.
En Jalisco no ha sido diferente, cómo olvidar las acciones polémicas del improvisado Alberto Cárdenas en la compra de chalecos antibalas, el nepotismo hacia sus hermanos en cargos públicos, el fallido crédito japonés, los sucios negocios medioambientales, la compra a sobreprecio de Charcos Azules en el periodo de Francisco Ramírez Acuña, el malogrado proyecto habitacional en la cuenca del Ahogado, los incompletos Arcos del Milenio, el colapsado paso a desnivel en Las Rosas, el “goteante” túnel bajo la glorieta Colón, la mentada de madre de Emilio, la entrega de dinero público a empresas privadas, la macrolimosna, el fracasado Macrobús, la rechazada Vía Exprés, las polémicas villas panamericanas, los desvíos de recursos en el SIAPA y tantos cochupos más que en este espacio es imposible enlistar.
Lo anterior lo saben bien los panistas, al grado que la reciente “cumbre de ex gobernadores blanquiazules”, sólo significó para un connotado panista y ex candidato a la alcaldía de Guadalajara “un montaje”, pues reconoció “fuertes casos de corrupción” en sus administraciones, por lo que “no pueden llamarse abanderados de la honestidad”. El colmo es que ahora Emilio González Márquez, el “juarista de izquierda”, se quiera lavar las manos y acuse a su dirigente estatal de solapar el cochinero de sus correligionarios.
La sociedad organizada se vuelca y protesta a veces en silencio y otras a grito abierto exigiendo buen gobierno y resultados, faltan defensorías del pueblo y contralorías sociales, verdadera y eficaz transparencia, fiscalización y penalización. De lo contrario, seguiremos como hasta ahora; nosotros exigiendo respuestas y ellos jugando al “cucara macara, títere yo no fui, fue tete.”

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