Con la pelota en nuestra cancha

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2009-04-18 • Acentos
La visita del presidente Barack Obama a México, aunque breve, podría significar el inicio de una nueva relación bilateral que encuentre en lo común de nuestra obligada vecindad los argumentos suficientes para empezar a dirimir las diferencias que hoy nos hacen sentir tan distantes del vecino país del norte.
La amplia expectación que ha generado el primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca no se ha circunscrito a Estados Unidos de América, gran parte del concierto internacional vigila de cerca las acciones que Obama y su equipo han emprendido durante sus primeros meses de gestión.
El cambio siempre será la constante y este sentido el mandatario estadunidense parece haber iniciado una campaña de reingeniería geo-política y acercamiento diplomático que lo ha llevado a reencontrar a su gobierno con el resto del orbe, a volver a coincidir, a tender lazos, a reconocer que en un mundo globalizado se escucha y se atiende, se acuerda y no se impone, se concede a veces pero no como signo de debilidad, sino como estrategia para encauzar el rumbo, incluso para construir o fortalecer liderazgos.
Parece ser por lo menos en teoría, que existe en Washington un modelo que sin ser nuevo, si es diferente y puede capaz de marcar un antes y un después, por lo pronto le imprime un estilo propio y rompe inevitablemente con un pasado reciente que nadie añora y que se prefiere dejar atrás.
México ha sido el primer país latinoamericano oficialmente visitado por Barack Obama, presidente número 44 de Estados Unidos, signo inequívoco del reconocimiento al liderazgo regional que a los mexicanos nos toca impulsar para que nuestro país también recupere el lugar de influencia que históricamente le corresponde en la América hispana.
Corresponsabilidad, será a partir de esta reunión el eje coyuntural que oriente la relación entre ambos países, quienes compartimos una de las fronteras más dinámicas del mundo comercialmente hablando, pero también una de las más peligrosas por el tráfico ilegal de personas y mercancías.
Es notable que el presidente Obama reconozca la responsabilidad del gobierno norteamericano ante la serie de problemas que quejan a ambos países, mejor aún que se comprometa a emprender la tarea que les toca y a tendernos la mano en la medida que no se vulnere nuestra soberanía, ni la autodeterminación de nuestro pueblo.
Inicia una nueva era, así coincidieron los gobernantes; el reto es trasladar el concepto del discurso a los hechos, para romper el estigma del patio trasero, de la discriminación, de vernos sólo como una fuerza laboral, para transformarnos en socios estratégicos y no sentirnos tan lejos a pesar de estar tan cerca.
Al gobierno mexicano le toca ahora realizar su parte con los oficios diplomáticos que hasta ahora no han llenado las expectativas. Es tiempo que Calderón dé un viraje a su gabinete para lograr las capacidades de un tratado favorable a los mexicanos todos.
salvador@salvadorcosio.org

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