Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2011-01-15 • Acentos
Con qué estúpida excusa van a pretender justificar “El no pasa nada” e insistir que las victimas de la ola de violencia son solamente miembros de mafias y delincuentes; de qué cártel serían las dos inocentes niñitas que cobarde, impune y arteramente fueron masacradas en la colonia del Fresno, por haber cometido el delito de ir a visitar a su abuelita.
Aberrante la postura del Gobernador Emilio González quien trasnochado e intransigente sigue tapado con la vieja cobija miada del “aquí no pasa nada” y como avestruz nomás enterró la cara y levantó la cola; y que decir del alcalde tapatío Aristóteles Sandoval quien endilgó el hecho y sus causas a la Federación , lavándose las manos y sacudiéndose la responsabilidad sin ningún pudor.
El pueblo esta harto de promesas incumplidas, mentiras, simulaciones y palabrerías; de vivir agazapados en la zozobra y con la bota de los hampones sobre el cuello, ¿hasta cuando vamos a tener gobierno y una eficiente coordinación entre los diversos órdenes de seguridad pública?
Mientras se debate la propuesta del mando único de policía que en la práctica crearía un monstruoso aparato burocrático para centralizar el poder y las decisiones, los ejecutados siguen y en Jalisco van 50 tan sólo en los primeros 15 días del año.
Es una desvergüenza que el alcalde tapatío pretexte falta de coordinación entre la policía municipal y estatal mientras su indiciado jefe de la policía, Servando Sepúlveda afirma lo contrario “para no alarmar a la sociedad”, cual viejo lobo de mar que es, pero sin dejar de estar tapado con la cobija miada que apesta a caducidad, incapacidad e ineptitud, porque a él le conviene la inseguridad para que su empresa de seguridad privada venda más.
Por más patrullas o equipamiento que haya, la violencia no se detendrá mientras no exista capacidad y voluntad política para concretar una eficiente coordinación metropolitana que homologue claves, criterios y estrategias que eviten la ridícula y penosa actuación que tienen hoy donde todos juegan al “Juan Pirulero”.
Se requieren más pruebas de confianza, depuración, capacitación y adiestramiento policíaco, desenquistar a corruptos comandantes que se han arraigado en sectores de la ciudad propiciando impunidad en “narcotienditas” a las que protegen y solapan igual que a la delincuencia común que sigue en aumento.
Falta fomentar la cultura de denuncia y legalidad para señalar al policía corrompido, al traficante o delincuente, previa exigencia a la autoridad de garantías y anonimato para evitar represalias, de otra manera el miedo a denunciar, las leyes chimuleas y la corrupción en las instituciones, seguirán provocando una complicidad indirecta y el deterioro del tejido social.
¿Cuántos muertos más se necesitan para que la autoridad abra los ojos?, ¿Seguirá el gobierno enfundado en su vieja cobija miada? o se la quitamos entre todos.
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