Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2011-09-10 • Acentos
No contento con derrochar descaradamente durante el año más de cuatro mil millones de pesos en propaganda, tras entregar el quinto informe de gobierno que quizá sólo debió ser un legajo de hojas en blanco o un obituario, Felipe Calderón es repudiado por el pueblo que con sorna lo llama “TorPEdo”, por su torpeza al “desgobernar” y adicción a la embriaguez.
El cínico Calderón se pasea por el país presumiendo “orgulloso” sus logros como “el presidente del empleo”, a pesar de que en su gestión se incrementó la tasa de desempleo de 3.47 a 5.62 por ciento.
Cual burro hablando de orejas, declaró en Guadalajara con descaro rampante que “gobernante o edil malos, hay que correrlos”, olvidando sus desatinos e ineptitudes que han conducido al país hacia la peor crisis socioeconómica y moral de la historia, con 52 millones de pobres en grado extremo, retroceso de 25 lugares en cuanto a competitividad mundial y más de 60 mil muertos.
Aún retumban las voces de quienes sentenciaron: “si no pueden, renuncien”, cuando se firmaron los acuerdos para la Seguridad , Legalidad y Justicia en agosto de 2008, incumplidos por todos los órdenes de gobierno, porque en las calles está el resultado de la fallida estrategia e inoperante coordinación. Como paradoja y muestra del clima de inseguridad y violencia que no cesa y crece mientras los reflectores internacionales apuntan a Jalisco y México por los Juegos Panamericanos, Calderón enfatiza garantías de seguridad y sus palabras suenan a burla infame cuando a pocos días del “blindaje” con fuerzas federales de seguridad y milicia, Jalisco sufre violencia inclemente con ejecuciones de conocidos personajes, jefes policiales y numerosos hechos de sangre y fuego, aunados a la delincuencia ordinaria.
Nulo control de confianza en los elementos de apoyo a la protección ciudadana y responsables de procuración e impartición de justicia, dan por resultado un clima de total desconsuelo y pesimismo, ante el incierto futuro de un país que se parece cada vez más a las repúblicas donde quienes imponen las condiciones son capos de la mafia y coludidos socios enquistados en autoridades, empresas, partidos, clero y corporaciones que en vez de proteger y servir, ayudan a que crezca el poder del hampa. Que Calderón tenga vergüenza, deje de pasearse en giras de vulgar espectáculo y se dedique a buscar cómo impedir la impunidad que impera hoy en nuestro herido y sangrante México y trate de reordenar el rumbo del país, concertando esfuerzos de sociedad y gobiernos para salir juntos de este tremendo bache.
Si como hasta la fecha demuestra que no puede, que ponga el ejemplo, deje el cinismo, la torpeza, la embriaguez y por el bien de México y de todos, ¡que renuncie!
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