Calderón a los pies de Bush

Fuente Ovejuna | Salvador Cosío Gaona
2007-05-12 • Acentos
El pasado 5 de mayo en la ciudad estadunidense de Los Ángeles, California, miles de mexicanos manifestándose pacíficamente a favor de un acuerdo migratorio fueron agredidos brutalmente, arrestados sin justificación y recluidos por policías municipales en actos que fueron video grabados y difundidos por las distintas cadenas informativas de diversos países por la grotesca y desproporcionada actitud de la autoridad.
Poco después, en visita a nuestro país el presidente angelino, de origen mexicano por cierto, dijo sentirse apenado por la actuación de sus gendarmes, comprometiéndose y así lo hizo al iniciar una investigación de la que se ha informado está a cargo del FBI.
Más allá de los resultados de dicha investigación y de las acciones que pudieran derivarse de ella, podemos anticipar que no pasará de una simple sanción administrativa a los abusivos policías.
Para quienes vivimos aquí, el coraje y la impotencia que nos provocan las escenas televisivas se multiplica cuando para el gobierno mexicano no ha merecido la menor reacción ni un comentario condenando los hechos, menos una nota diplomática o una queja formal.
La conmemoración del 5 de mayo en Estados Unidos ha sido tradicionalmente de mayor relevancia tanto para las autoridades estadunidenses como para los mexicanos avecindados en el país norteño, contrario a lo que sucede en nuestro país en el que la fecha principal es el 15 de septiembre.
La actual presidencia estadunidense como las anteriores, en un intento por congratularse con los hispanos organiza el 5 de mayo, muy a su estilo, su propia fiesta mexicana, de la que hace una extensa difusión, sobre todo cuando son años de elecciones, dado el porcentaje creciente que significa el bloque latino en Estados Unidos.
Este último año, la nota se la han llevado la serie de manifestaciones en más de 30 ciudades importantes de Estados Unidos a cargo de trabajadores, principalmente mexicanos, que en un acto continuado promocionan la legitimación de sus labores, estancia y derechos como ciudadanos estadunidenses después de pasar la mitad de su vida esperando por un documento que avale su antigüedad y su buen comportamiento.
Se habla de cientos de miles de mexicanos movilizados pacíficamente y de un porcentaje considerable adicional que por amenazas de redadas antiinmigrantes optaron por hacer lo que han venido haciendo por años, quedarse en su casa, que más que hogar es escondite para no ser deportados a México.
Los grupos de mexicanos organizados en el extranjero, especialmente los de la parte sur del país vecino, han buscado por todos los medios que se les tome en cuenta, cayeron en el anzuelo que mañosamente les lanzo Fox al prometerles un amplio programa migratorio, que según él contaba con el apoyo irrestricto del presidente Bush.
Fox ofreció también a Estados Unidos, y eso si cumplió, echar a perder una relación diplomática de muchos años con Cuba y hasta condicionó la estancia en México de Fidel Castro en aquella famosa frase “comes y te vas” sin olvidar el enfrentamiento personal con Hugo Chávez, el presidente Venezolano, sólo por ser enemigo declarado de Estados Unidos, en su corta visión todo lo justificaba el acuerdo migratorio.
Al final, como ya se sabía, no hubo acuerdo y si un ofensivo muro divisorio así como la militarización de la frontera y el uso de pistolas con balas pimienta, es decir, violaciones a los derechos humanos y un desprecio más que evidente y palpable en los grupos de granjeros tejanos y californianos, que con pistola en mano perseguían y lastimaban a los mexicanos que cruzaban la franja divisoria con la criminal displicencia de las autoridades de ambos países.
En suma, el anterior gobierno no supo, no quiso y no pudo lograr las condiciones para una convivencia ordenada, pacífica y sobre todo conveniente con el país del norte, quizá porque puso toda su esperanza en ese proyecto y eso era percibido por los estadunidenses que aprovechaban el servilismo y la novatés vitalicia de Fox y su gabinete.
En lo que va de la presente Administración federal es necesario darles el beneficio de la duda, toda vez que existen muchas áreas o descuidadas o mal manejadas, pero hay tiempo aún para corregir el rumbo; sin embargo, en materia diplomática no existe la menor reacción ante un hecho que fue del conocimiento mundial y del que hasta las autoridades estadunidenses se han encargado de atenderlo mientras en México nos pasa de noche.
¿Debemos entender entonces que ha comenzado Felipe Calderón a quedar bien con el gobierno de Estados Unidos, otra vez a cambio de la promesa incumplida de un iluso e inalcanzable acuerdo migratorio?
Ninguna de las Administraciones se ha preocupado por promover oportunidades para los mexicanos en nuestro país, que los desincentive a emigrar, a malbaratar su trabajo, a perder su dignidad y a aguantar vejaciones y la discriminación de los estadunidenses.
Calderón ofreció en campaña ser el presidente del empleo y a juzgar por los últimos reportes oficiales no existen diferencias entre la actual y la pasada Administración que en éste como en otros rubros fue más que pésima.
Hasta ahora Calderón sigue omiso, en cuanto a cumplir sus compromisos de campaña a favor de los mas necesitados, y parece olvidar que existen millones de compatriotas a la espera de una acción firme por parte del gobierno federal mexicano para obtener condiciones más dignas. Calderón sigue comportándose como un servil lacayo de Bush.
salvador@salvadorcosio.org

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